La educación, el empleo y el Sena
Esta semana se abrió una vieja polémica sobre la institucionalidad del Sena. ¿Debería estar en el sector trabajo o en el sector educación? Desde hace varios años se ha afirmado que el Ministerio del Trabajo no cuenta con las capacidades para, por ejemplo, definir los pénsum de las diferentes carreras. Adicionalmente la cobertura del Sena se puede sumar a la cobertura educativa del país lo que permite a los gobiernos reportar mejores resultados.
Sin embargo, hay razones profundas que permiten argumentar que sería un error que el Sena se traslade al Ministerio de Educación, sin que esto signifique que no deba continuarse con el esfuerzo de una mejor coordinación entre los Ministerios de Trabajo, Educación, e inclusive Comercio. De hecho, los tres hacen parte del Consejo Directivo del Sena.
En primer lugar, el objetivo del Sena debe ir más allá de la formación y debe orientarse hacia la empleabilidad. No se trata de cuántos alumnos tiene el Sena, sino de cuantos egresados del Sena están empleados. La mayor brecha entre la demanda -empresarios que necesitan trabajadores- y la oferta -personas que buscan trabajo- laboral por nivel educativo se da en formación técnica y tecnológica. Existen vacantes que las empresas no pueden llenar porque no encuentran los trabajadores con las competencias y habilidades necesarias.
En segundo lugar, una de las trampas del desarrollo de América Latina es la baja productividad laboral. Un trabajador latinoamericano produce 35% de lo que produce un trabajador de la Unión Europea, y esto depende de sus capacidades y competencias. Colombia es uno de los países con menor productividad laboral en la región.
Estas dos razones no son menores. Un país con un desempleo por encima de 10%, con una informalidad cercana a 60%, y con una productividad muy baja, tiene una deuda social enorme y debe fortalecer la institucionalidad de la manera adecuada para resolver estos problemas. Debe encaminarse hacia la formación para el trabajo con pertinencia y calidad. Una formación que responda a las necesidades del aparato productivo y para la cual las empresas y los gremios deben ser protagonistas.
Trasladar al Sena al Ministerio de Educación para que se convierta en una entidad de educación superior no ayudaría en nada para resolver estos problemas del mercado laboral. Se debe dar oportunidades a los jóvenes con una formación que les permita conseguir un trabajo formal, ser productivos, ayudar a las empresas y a la economía a crecer, y de esta manera, gracias a su productividad, ser mejor remunerados.
Esto tampoco implica que no deba pensarse en una gran reforma al Sena para que sea más efectivo en el uso de los recursos para la formación. Colombia es el país de la región que cuenta con más recursos para la formación, los del Sena que aportan los empresarios. Se debe buscar que los empresarios no prefieran monetizar el contrato de aprendizaje porque no encuentran los aprendices con las competencias adecuadas.
Aunque la entidad ha dado los pasos correctos, debe profundizarse en las reformas. La unión del sindicato del Sena a estos cambios es esencial.
Nota: A partir de hoy y cada dos semanas escribiré una columna a título personal, ya no como director de Econometría. Gracias a todos los lectores que continúen siguiéndome.