La IA puede salvar muchas pensiones
Uno de los grandes desafíos del sistema pensional colombiano es que muchas personas llegan a la edad de pensión -57 años para las mujeres, 62 para los hombres- sin cumplir las semanas requeridas para pensionarse. En muchos casos no es que no hayan trabajado. Es que a lo largo de sus vidas laborales no hicieron seguimiento a su historial laboral, y muchas veces descubren demasiado tarde que un empleador no reportó las semanas correctamente. Ese empleador puede haber desaparecido hace décadas. Y sin cotizaciones registradas, no hay pensión.
Aunque en los últimos años se han dado grandes avances en la revisión de la historia laboral, tanto en lo tecnológico como en lo cultural, gracias a la creación de una entidad como Colpensiones, la inteligencia artificial, IA, puede ayudar a avanzar mucho más. La IA puede marcar la diferencia al pasar de la revisión individual y reactiva a una gestión masiva, preventiva y personalizada. Si usamos modelos de aprendizaje automático, podemos identificar a los más de 20 millones de cotizantes que deberían revisar su historial antes de que sea tarde. No todos al mismo tiempo. El sistema puede priorizar a quienes están más cerca de pensionarse, a quienes llevan años sin revisar su historia laboral o a quienes han tenido muchos cambios de empleo -lo que aumenta el riesgo de errores en los reportes.
La tecnología permite enviar alertas personalizadas a estas personas. No solo un mensaje genérico. Un correo o notificación con su historial descargable, una guía paso a paso para revisarlo y las instrucciones para aportar documentos que acrediten semanas faltantes: contratos, desprendibles de nómina, cartas laborales. Si es necesario, incluso puede ofrecer la opción de agendar una cita presencial en la oficina más cercana.
¿Qué ganaría el sistema? Más personas revisando a tiempo su historial, más correcciones solicitadas oportunamente. Menos negaciones de pensión por semanas faltantes. Y mayor confianza en el sistema y más personas accediendo a la pensión que legítimamente se ganaron. Las personas ganarían con un sistema que los acompaña a construir su futuro.
Por supuesto, hay obstáculos: calidad de los datos, brechas digitales, integración entre áreas. Pero no son insalvables. Se puede empezar con quienes ya están digitalmente activos y escalar gradualmente. La IA no va a resolver todos los problemas del sistema pensional. Pero puede ser la diferencia entre llegar a la vejez con la pensión asegurada o descubrir demasiado tarde que algo salió mal y ya no hay a quién reclamarle.
En medio de las preocupaciones que despierta la evolución de la IA -por sus impactos en el empleo, en la privacidad o incluso en las relaciones humanas- vale la pena recordar que estas herramientas no tienen por qué ser vistas como enemigas. Si logramos identificar bien la complementariedad entre las capacidades humanas y las tecnológicas, podremos aprovechar lo mejor de ambos mundos. La IA es capaz de procesar datos a gran escala, identificar patrones y anticiparse a los riesgos; los humanos, por nuestra parte, podemos interpretar, tomar decisiones con sentido ético y mantener el foco en el bienestar de las personas. Este ejemplo en el sistema pensional muestra que, lejos de reemplazarnos, la IA puede ayudarnos a construir soluciones más humanas, más justas y más oportunas.