Analistas 10/02/2023

La reforma laboral y la productividad

Mauricio Olivera
Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes

Una de las grandes falencias del mercado laboral colombiano es la baja productividad. Un trabajador colombiano trabaja muchas horas y produce el 35% de lo que produce un trabajador europeo. Aunque mal de muchos, consuelo de tontos, este es un reto de toda América Latina.

La productividad es la contrapartida de los costos. Un trabajo productivo puede ser bien remunerado; genera más valor. Sin embargo, las cifras del mercado laboral muestran que aún falta un largo camino por recorrer. Cuando se analizan la oferta y la demanda de trabajo, es decir, las personas que buscan trabajo y las empresas que necesitan trabajadores, se encuentra que a nivel técnico y tecnológico hay vacantes que no se pueden llenar. Las empresas afirman que no encuentran los trabajadores con el conocimiento, las habilidades, y las competencias que necesitan para llenar dichas vacantes.

Colombia invierte en formación para el trabajo diez veces más que México y Uruguay, y casi más el 70% de lo que invierte Chile, pero tiene la productividad más baja entre esos cuatro países. Cuenta con una de las entidades más grandes de formación técnica y tecnológica, el Sena. Aunque en la legislación existe un mecanismo de enganche laboral a través del contrato de aprendizaje, muchas empresas prefieren monetizarlo porque no encuentran los aprendices que necesitan. Además, esta inversión viene en gran parte de costos sobre el trabajo que las empresas pagan, los parafiscales.

Este análisis señala que para que el mercado laboral funcione bien gran parte de la reforma laboral debe centrarse en mejorar la formación para el trabajo. Trabajadores más productivos pueden ser mejor remunerados, y las empresas y la economía pueden crecer más. Más aún, aunque los costos del trabajo son determinantes para la contratación de trabajadores, la productividad puede ser inclusive más importante. Por esto, si uno de los objetivos es generar nuevos empleos formales y reducir sustancialmente la tasa de desempleo, que para los estándares internacionales es bastante alta, el enfoque debe ser la productividad, más que los costos.

Para esto, se necesitan por lo menos dos enfoques: el regional y el empresarial. En primer lugar, Colombia, a diferencia del resto de América Latina, es un país de regiones, con muchas ciudades intermedias. Y el aparato productivo de cada ciudad es diferente. Lo que se produce en Villavicencio es diferente a lo que se produce en Neiva o en Sincelejo o en Bogotá. Y por esto, las necesidades de capital humano en cada ciudad son diferentes. Decidir desde Bogotá los programas de formación de cada región es un error. En segundo lugar, quienes conocen las necesidades de capital humano son los empresarios. Por esto, deben ser quienes lideren la formación para el trabajo. Las entidades de formación para el trabajo y sus programas deben adaptarse a estas necesidades.

Una reforma laboral que se centre en los costos es una reforma incompleta. Además, con baja productividad, aumentar los costos solo puede generar más desempleo o más informalidad, menor crecimiento para el país y menos oportunidades para la población. Una buena reforma debe centrar gran parte de sus esfuerzos en mejorar la formación para el trabajo de acuerdo con las necesidades, presentes y futuras, del aparato productivo.

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