Sin duda, 2022 fue un buen año en términos de crecimiento económico. Colombia experimentó una fuerte recuperación en ese sentido después del golpe que sufrimos por la pandemia del covid-19. Para a el tercer trimestre del año tuvimos un crecimiento de 9,4% y calculamos que el cuarto trimestre se va a situar alrededor de 3,5% y 4%, lo que indica que terminaríamos el año con un crecimiento entre 7,5% y 7,9%. Estas cifras contrastan con el promedio de Latinoamérica, donde se espera que se ubique alrededor de 3,5% según el Fondo Monetario Internacional.
El principal responsable de estos resultados fue indudablemente el alto consumo de los hogares. Para el tercer trimestre el consumo registró una variación año corrido de 11,6%. Por otra parte, como lo muestran los indicadores líderes, el comercio y la industria tuvieron una dinámica muy positiva durante el año y fueron los grandes apalancadores del crecimiento económico. Sin embargo, el próximo año presenta un panorama diferente. Ya empezamos a ver señales de desaceleración: la demanda de energía comienza a decrecer, la reducción del desempleo podría frenarse y el consumo de los hogares, que venía creciendo por encima del 11 por ciento real, ya empezó a bajar.
Los resultados de las necesarias alzas en las tasas de interés, que han tenido como objetivo ponerle freno a la inflación, ya se empiezan a notar y hemos visto un ajuste en las cifras de la cartera de consumo a septiembre, que volvió a un crecimiento real anual de un dígito (9,8%).
De todas formas, esperamos que la junta directiva del Banco de la República, que se reunirá el próximo viernes 16 de diciembre, se siga comportando con responsabilidad. Consideramos que todavía hay espacio para subir las tasas de interés entre 100 y 125 puntos básicos, incluso hay analistas que plantean incrementos de hasta 150 puntos básicos.
Esperamos que estas medidas sigan teniendo efecto y la inflación empiece a ceder, sin embargo, el alza en los precios continúa siendo una preocupación para 2023. Este año la inflación se situará por encima de 12,5% y, aunque se espera que el próximo año sea menor (7,5% - 8,0%) la cifra sigue siendo muy alta. A esto se suma una tasa de cambio que seguramente seguirá por el mismo camino en el futuro cercano y unas perspectivas de crecimiento de entre 1,2% y 1,4%.
El menor crecimiento económico, más los problemas mencionados, pintan un escenario complejo que presentará grandes barreras para la generación de empleo. Este año el promedio de desempleo se situará entre 11% y 11,3%, y el año entrante seguramente será mayor. Eso implica que las familias colombianas se enfrentarán con una situación más difícil, y los niveles de pobreza, que ya la inflación ha golpeado, seguirán en aumento. Esa es una razón más para ser extremadamente cuidadosos con el aumento del salario mínimo. Si ya es un hecho que el empleo definitivamente no crecerá el próximo año, un incremento del salario mínimo de 18% o 20% lo único que hará es complicar más la situación, pues se creará una barrera más grande sobre la creación de empleo formal.
Paradójicamente lo que va a salvar al país en materia fiscal el próximo año es el ingreso petrolero, producto de los altos precios que observamos durante 2022, eso a pesar de los anuncios del gobierno nacional. Una señal más para de que la transición energética se debe hacer de manera responsable y en un periodo de tiempo adecuado. No podemos poner en riesgo un sector que es fundamental para la estabilidad económica del país.