2020 inició con repuntes en la volatilidad del precio del petróleo ante el escalamiento en las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos e Irán. Si bien ello implicará mayor complejidad geopolítica-local en Medio Oriente, su impacto sobre el mercado luce aún moderado. En efecto, dada la menor dependencia energética por cuenta del shale oil en Estados Unidos, el incremento de precios fue moderado y transitorio. Actualmente, el Brent se ha estabilizado en niveles cercanos a US$65/barril, al percatarse los mercados que las retaliaciones de Irán han estado meticulosamente calibradas para evitar el escalamiento bélico. En esta nota analizaremos la visión de Anif sobre dicho mercado petrolero y la senda prospectiva del precio durante 2020.
Recordemos que durante 2019 el precio del petróleo se redujo hacia los US$64/barril, pesando allí el efecto compuesto de: i) la desaceleración global por cuenta de las tensiones comerciales; y ii) incapacidad del pacto Opep+ para reducir la producción global, habiéndose estabilizado cerca de los 100MBD durante dicho año.
De cara a 2020, la senda del precio del petróleo dependerá de tres elementos de incertidumbre clave por el lado de la oferta: i) las perspectivas de desaceleración en la producción americana de shale-oil; ii) el grado de cumplimiento del nuevo pacto de recortes de la Opep+, ampliándose hacia 2,1MBD al menos hasta marzo de 2020; y iii) la tensión geopolítica Estados Unidos-Irán, aunque su impacto sobre el mercado petrolero tiene atenuantes estructurales de menor dependencia energética del medio oriente. Por el lado de la demanda, habrá que evaluar el efecto del estancamiento de la economía global en niveles de 2,7% durante 2020.
Producción de shale-oil en Estados Unidos
El auge del shale-oil ha llevado a Estados Unidos a ser el primer productor global, llegando actualmente a niveles cercanos a los 12MBD. Ello lo ha convertido en la válvula de escape del mercado petrolero, siendo por primera vez exportador neto de petróleo.
Ahora bien, en años recientes las empresas de dicha industria-shale han tenido dificultades financieras, dada su persistente necesidad de capital-fresco para mantener sus operaciones de perforación. El nerviosismo del mercado frente a dicha industria ha implicado incrementos cercanos a 50% en el costo del capital. Ello probablemente implicará fuertes desaceleraciones en el crecimiento de dicha producción, pasando del actual +30% anual hacia niveles más cercanos a 5%-10% anual. Nótese cómo el indicador líder de pozos activos viene descendiendo hacía unos 660.
Recortes de producción Opep+
El acuerdo de recorte Opep+ de 2019 fue perforado por los reiterados incumplimientos de Rusia, Nigeria e Iraq. Ello debió ser compensado por recortes adicionales del orden de 0,5MBD por parte de Arabia Saudita, elevando las tensiones al interior del cartel. Dicho expediente arroja algo de escepticismo sobre los mencionados recortes de 2MBD del nuevo pacto. Aun de lograrse cumplimiento total del acuerdo, probablemente la reducción en la oferta global será más cercana a los 1-1,5MBD, compensando esos recortes los incrementos en las producciones de países por fuera de la Opep+. Por ahora, Arabia Saudita sigue empecinado en dar soporte a los precios del petróleo, buscando metas duales de: i) mayor solidez fiscal-presupuestal; y ii) asegurar el éxito de la reciente flotación de su petrolera estatal Aramco, buscando contrarrestar las preocupaciones de los mercados externos por cuenta de la opacidad de su gobierno-corporativo y potenciales ataques a sus instalaciones.
Tensiones Geopolíticas y su efecto sobre la economía americana
Aparte del mencionado auge del shale oil, hay dos elementos estructurales que estarán limitando la afectación de la economía de Estados Unidos derivada de las tensiones en Medio Oriente. En primer lugar, cabe destacar la tendencia descendente de largo plazo en la llamada “intensidad energética” del crecimiento de Estados Unidos. Cálculos recientes sugieren que la cantidad de inputs energéticos-fósiles requeridos para producir una unidad de PIB-real se ha reducido en cerca de 60% durante los últimos 40 años. Dicho en otras palabras, un barril de petróleo hoy “alcanza” a producir cerca del triple de producto vs. los niveles de 1973.
¿Qué explica esa mayor eficiencia energética? Algo de ello proviene del uso de fuentes alternativas de energía renovable, pero su efecto es aún pequeño. Tal vez el efecto más marcado obedece a la innovación tecnológica, evidenciándose ello en que la expansión del número de hogares americanos durante las últimas cinco décadas ha implicado aumentos apenas moderados en su consumo de energía agregado. El segundo factor estructural de menor dependencia energética radica en el viraje “normal” del desarrollo económico desde la industria (intensiva en energía) hacia los servicios. En la coyuntura actual, esa mayor resiliencia implica que incluso disrupciones efectivas de la oferta en Iraq (4,5MBD) e Irán (ya en niveles reducidos de 0,5MBD) tendría afectaciones moderadas en la economía global. Estimaciones recientes sugieren que interrupciones totales de la producción de dichos países podrían elevar el precio del petróleo en cerca de 10% (US$6/barril), afectando el crecimiento global en cerca de 0,1%-0,2% anual.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, Anif estima que el estancamiento de la demanda global probablemente compensará los elementos de oferta referidos a la desaceleración en la producción del shale-oil y los recortes Opep+. Por ello, pronosticamos un escenario base de precios del petróleo del orden de US$65/barril-Brent para 2020. Bajo un escenario estresado de escalamiento de tensiones en Medio Oriente, dichos precios podrían elevarse al rango US$70-75, aunque la probabilidad de ocurrencia de este escenario es reducida.