En un proyecto de científicos aficionados, en Zaragoza, España, se lanzaron varios globos meteorológicos transportando diversos experimentos científicos. La sonda PaPe I, equipada con LoRaWAN logró comunicarse con la antena Lorix One del Instituto Superior de Ingeniería de Lisboa (Isel), ubicada en la capi-tal portuguesa, a 741 km de distancia.
Gracias a esto hecho, ha sido anunciado en el mes en curso el récord mundial de alcance de una red LoRA, o sea, en una red inalámbrica de larga distancia y bajo consumo. ¡A través de un emisor de apenas 25mW de potencia fue posible transmitir información a una distancia superior a 700km! Para se tener una comparación, un celular consume hasta 10W, o sea, 400 veces más. A pesar de todo el “hype” no deja de ser un claro ejemplo de la transformación en curso.
La LoRaWAN es una tecnología de telecomunicaciones de baja potencia y largo alcance. Sus principales objetivos son el bajo costo y capacidad para conectar miles de dispositivos. Se trata de un protocolo especialmente concebido para el Internet de las Cosas, o IoT (Internet of Things), y dadas sus características, tiene la capacidad para cambiar el mundo que conocemos.
Con el Internet de las Cosas, todos los objetos que actualmente tenemos en el hogar, en las calles, distribuidos por diferentes infraestructuras, pueden convertirse en dispositivos inteligentes, con capacidad de comunicarse e interactuar con el mundo. Uno de los ejemplos más sencillo y ampliamente ya usado, son los medidores inteligentes de los servicios domiciliarios (agua, luz, gas).
Sin necesidad de lecturas manuales, que suelen hacerse apenas unas pocas veces al año, un medidor inteligente se comunica con el proveedor del servicio varias veces al día. Por su turno, el consumidor puede acceder a sus consumos en tiempo real mediante el uso de una App y recibir notificaciones (ejemplo una fuga de agua) entre otras funcionalidades. Las ventajas son innumerables y transforman la forma como estos servicios son prestados. De hecho, las “cosas” empiezan a ganar vida.
Sin embargo, para masificar y hacer el despliegue de esta clase de soluciones es necesario superar dos retos: el consumo de energía y una red de telecomunicaciones ubicua y de amplia cobertura. Y es justo ahí, donde entran las redes LoRaWAN. Por un lado, con su bajo consumo, es posible usar una batería que alimente los dispositivos por más de diez años y por otro lado con su largo alcance es posible implementar la cobertura de grandes áreas geográficas a bajo costo. Imagine una gran granja con varios acres.
Administrar un espacio tan grande requiere un movimiento constante de personas para abrir las válvulas de riego, analizar el crecimiento de los cultivos, etc. Todas estas operaciones son simples, pero como el terreno es extenso, requiere viajes, pérdida de tiempo y consumo de combustible.
Ahora imagine el escenario de que con una red IoT, las válvulas se operan de forma remota. Que hay varios sensores de calidad del suelo (temperatura, humedad, pH, etc.) dispersos por el suelo. Todo esto conectado en la red LoRaWAN IoT que informa periódicamente y se controla por tele gestión. Esta solución no solo es mucho más eficiente energéticamente, sino que también es mucho más limpia. Pero las ventajas no terminan aquí. Con la telemetría y la actuación remota, acortamos las distancias, pero ganamos una cosa muy importante: la información.
Y, la información es poder y conocimiento. Utilizando sistemas analíticos e inteligencia artificial, es posible analizar datos históricos, cruzarlos con datos climáticos, adaptar el riego a las condiciones climáticas. Finalmente, hay innumerables ahorros y ganancias de eficiencia que están disponibles ya que tenemos un “sistema encendido”.