Analistas 27/03/2020

Usura y materialismo, el verdadero virus

Miguel Ángel Lloveras Naranjo
Estudiante de Administración de Empresas

Frente a la situación actual, pretendemos dar respuesta a los interrogantes que causan incertidumbre y miedo. Asimismo, nos lleva a revisar la tarea que estamos haciendo y cómo la hacemos. El coronavirus es solo un detonante de los problemas que estamos llevando como “civilización”. Estamos doblegados como situación histórica del hombre. Luego de tantos avances, nuestros sistemas de funcionamiento “robustos” se han visto atacados en la médula, por algo más complejo y difícil de identificar.

Somos los causantes remotos de los acontecimientos que estamos viviendo con la propagación del Covid-19. Crisis económica, miedo, angustia, desesperación, incertidumbre y aislamiento. Pero ¿por qué la pérdida de empleo, de empresas, del sustento y futuro de tantas familias? Porque nuestro desarrollo se fundamenta en pilares poco estables, buscando que los medios sean fines. El primero, el materialismo, el dinero no como un medio para el esplendor social. Y el segundo, la usura, no permitiendo la gratuidad en lo que hacemos.

No podemos desconocer el gran papel de las empresas que nos han llevado donde estamos, pero ¿dónde están cuando deberían apoyar a la humanidad (hay varias y lo están haciendo)?, ¿no hacen ellas parte de la sociedad? ¿no estamos viendo, por otro lado, mujeres y hombres que se han puesto sus batas y gorros para salvar tantas vidas, formando “empresas humanas”?

Y he aquí uno de los temas más importantes, y es la concepción de empresa que estamos generando, materialista y cortoplacista. Las empresas no deben limitar al hombre a la generación de ganancias, sino que deben trabajar por una sociedad desarrollada, limpia, habitable, con innovación y desarrollo, usando el dinero como medio. Lograremos una verdadera innovación y un verdadero desarrollo si la persona está primero.

No se entiende que el primer rubro para un recorte de gastos sea el del personal, mostrando más interés por el dinero que por las personas. Ante este panorama, el colaborador sólo tiene una opción, esperar a que salga una oportunidad laboral antes que una carta de despido. Así no creo que se construya la confianza.

Debemos salir del efecto “Monopoly®”. Hay empresas que han sido concebidas para generar dinero a costa de sus “stakeholders”, perdiendo la fuerza de crear cosas inimaginables, manteniendo la seguridad y la esperanza de tantas familias. Cuando una empresa contrata a su personal, no contrata máquinas, no contrata sólo a una persona; está contratando a una familia entera, está siendo depositaria de sueños, aspiraciones, crecimiento personal, marital, familiar, social.

¿Qué propongo? Que las empresas sean conscientes de que son motor del presente y futuro social. Que trabajen y crezcan con su competencia, creando nuevos mercados, abriéndose a nuevas oportunidades, y que las personas sean lo primero, que confíen mucho en su personal, porque es el verdadero motor del crecimiento.

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