En medio de una inflación histórica de 10,84%, Petro está preparando un cóctel explosivo que difícilmente los colombianos podremos resistir. El aumento del precio de la gasolina, la intención de importar gas desde Venezuela y los efectos de la reforma tributaria, aumentarán el costo de los alimentos y de la vivienda. La inflación seguirá aumentando.
Dicen los teóricos que “la inflación es el impuesto de los pobres,” pues a medida que sube el costo de vida, los hogares de menores ingresos destinan mayor proporción de su ingreso para el consumo de alimentos -por ejemplo-, dejando una menor cantidad para el consumo de otro tipo de bienes o servicios.
Así las cosas, Petro comienza su gobierno echándole gasolina a la pobreza. Aunque su gobierno insiste una y otra vez que el aumento de la gasolina no va a afectar a los más pobres, su discurso no va a poder impedir que todos los ciudadanos terminemos pagando las alzas de precios que se verán reflejadas en la canasta familiar.
Lo anterior se da, porque la gasolina es el principal insumo en el transporte terrestre del país y representa el 51% del consumo de combustible, donde el transporte privado depende en 87% de la gasolina. En Colombia, más de 4 millones de hogares poseen una moto y 2,4 millones de hogares tienen un carro particular. Sin duda los hogares colombianos verán disminuida su capacidad de gasto. Incluso en el campo, el efecto es desalentador, pues en las zonas rurales los colombianos destinan un 9% de su ingreso mensual para comprar combustibles.
Ante este panorama y con la insistencia del gobierno de aumentar el precio de la gasolina, le propusimos desde el Centro Democrático no afectar el precio del Acpm para evitar el aumento del costo en el transporte público y en el transporte de carga; así como una serie de precios diferenciales para que no se afecte el precio del combustible para las motos y vehículos de bajo cilindraje.
Ahora, si bien el Gobierno acogió nuestra propuesta de no afectar el precio del Acpm; el transporte público y de carga urbana también dependen de la gasolina en 27% y 15%, respectivamente. Por eso es falso que la medida del nuevo gobierno no afecte los precios de los alimentos y el costo del transporte público. Esto aumentará la inflación que ya las familias están afrontando de más de 25% en los alimentos y en el precio de la electricidad.
Para justificar este aumento de precios, Petro arremetió en contra del gobierno pasado. Lo que no dice es que el anterior gobierno pagó $14 billones al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc), lo que le correspondía del déficit del fondo hasta el primer trimestre, que fue el último valor causado a junio de este año. Así mismo, no subieron los precios en medio de la pandemia para evitar una mayor inflación y estimular la reactivación económica.
Insisto que este no es el momento de aumentar el precio de la gasolina. Por eso, también le propuse al gobierno cambiar el impuesto antitécnico y confiscatorio a las exportaciones de petróleo, por una sobretasa temporal con destinación específica al Fepc para que los altos precios de petróleo subsidien su efecto en el costo de la gasolina.
Petro y sus ministros, deben pasar de la oposición al gobierno, para que los efectos más negativos de su gestión no los asuman los más pobres.
Ojo, si no recomponen el rumbo de este gobierno lo único que va a aumentar con estas medidas es la pobreza.