¡¿En serio, marica?!
domingo, 23 de junio de 2024
Mijael Lacher Sigal
En estos días en el colectivo Lgbtq+ celebramos la diversidad y los logros obtenidos a través de décadas de lucha activista. Sin embargo, también continuamos el pedido de igualdad ante las leyes, equidad en las oportunidades y no discriminación. Este año en particular, muchos movimientos de la comunidad también gritan con gran vehemencia “Palestina libre”. ¿Libre de qué? Pues toca preguntar y escuchar las variadas respuestas. La mayoría, sin embargo, elige la causa palestina encarnada por Hamás. A este grupo lo califican de “luchadores por la libertad”, de mártires, de héroes básicamente. Hamás, en su carta fundacional, artículo 7, ordena matar a los judíos. Sí, sigue vigente ese artículo. Hamás gobierna Gaza desde 2007, donde aún están penalizadas los actos sexuales entre personas del mismo sexo. Es más, en 2016, el comandante de Hamás Mahmoud Ishtiwi fue condenado a muerte por “depravación moral”, esto es, tener relaciones homosexuales.
El 7 de octubre de 2023, Hamás ingresó por la fuerza a territorio israelí, asesinando, violando, torturando y secuestrando a casi 1300 personas, la mayoría civiles, muchos de ellos menores de edad. ¿Palestina libre? Una parte importante de esos civiles eran hombres y mujeres pacifistas que apoyaban la causa palestina: una causa noble en cuanto a la posibilidad de autodeterminación de un pueblo.
Volviendo a nuestros colectivos fuera de Medio Oriente, estos se han enfocado a criticar a Israel (y al pueblo judío), calificándolo de un Estado apartheid, genocida, colonizador y blanco. Si bien es cierto que Israel está viviendo el peor gobierno en su historia moderna, también es cierto que los blancos son minoría, que los colonizadores fueron los británicos, que allí viven más de dos millones de árabes con plenos derechos (incluso existen dos partidos políticos árabe-israelí con 10 legisladores en la Knesset), y que es la única democracia en la región con plenos derechos para las minorías. Sí, en Israel el Estado cubre la cirugía por reasignación de género, es legal la adopción homoparental, existen leyes antidiscriminación, entre otras varias protecciones al colectivo Lgbtq+.
Así mismo, si el sufrimiento palestino fuera el motor para las marchas de claro corte judeofóbico, ¿dónde estaban estos colectivos cuando Bashar Al Assad, dictador de Siria (gobierna desde 2000 allí, sucediendo a su padre) mató a más de 400 mil civiles, desapareció a otros 200 mil, desplazó a casi 7 millones y dejó 5 millones de refugiados, de los cuales una gran cantidad eran palestinos? ¿Qué tienen que decir de Egipto, que niega constantemente la entrada de civiles palestinos a su país aduciendo motivos de seguridad mientras Israel recibía miles de civiles todos los días para trabajar de manera legal? Ahí reinó el silencio. Y es que no parece que a estos colectivos maricas les interesen los palestinos, sino sólo cuando Israel está involucrado. Es de una bajeza moral y pobreza intelectual apoyar a Hamas y defender sus atrocidades. Una encuesta del Instituto para la Democracia en Israel arrojó que la mayoría de los israelíes (73%) quiere la paz y que acabe la guerra. Otra encuesta hecha por el encuestador palestino Khalil Shikaki reveló que el 61% de los gazatíes apoya a Hamas, excepto, probablemente, aquellos miembros del colectivo Lgbtq+, que son perseguidos y encarcelados hasta 10 años por el simple hecho de ser homosexuales.
Cuando en Occidente gritan “Palestina libre”, cuentan con mi voz, pero con la claridad de que el pueblo palestino merece derechos civiles que respeten las diferencias y fomenten la sana convivencia y no un gobierno criminal, homofóbico y empobrecedor.
Todavía podemos marchar todos juntos, pidiendo por la paz, por el fin de la guerra y por la libertad de amar. El día que amen a los palestinos más de lo que odian a los israelíes, tendremos paz.