Uno de los cuentos que dejó contado más no escrito nuestro Nobel, Gabriel García Márquez, es el que llamó: “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”. Este cuento habla sobre el poder de la palabra y cómo los agentes reaccionan a las expectativas, sobre todo cuando las mismas son adversas. En el caso de la inflación, podríamos decir que algo de lo que sucede en el cuento puede estar pasando y necesitamos entonces entenderlo mejor.
Por un lado, un hecho real es que llevamos tres meses en los que los datos de inflación han sido mayores a lo esperado y el dato de mayo en particular, nos mostró una inflación muy alta en alimentos, haciendo que la inflación anual se ubicara en 3,3%, nivel levemente superior al punto medio del rango meta del Banco de la República que se ubica entre 2 y 4%.
Buscando las razones detrás de esta aceleración de la inflación, tenemos unos incrementos importantes en los costos de las materias primas a nivel internacional. Productos como la soya, el maíz y el trigo han mostrado aumentos muy importantes en lo que va del año, y un índice como el de la FAO que recoge la dinámica de estos está mostrando que los precios se han subido casi un 40% en términos anuales.
Si a esto le sumamos el incremento de costos de transporte internacional que medido por indicadores como el Índice Global de Contenedores (FBX) muestra un incremento del 57% en lo corrido del año, tenemos un conjunto de presiones externas que se han ya manifestado a nivel del índice de precios al productor, el cual nos está mostrando a mayo una variación anual del 18,77%.
Sin embargo, entendiendo que entonces hay unas presiones subyacentes que justifican el que la inflación en Colombia se esté subiendo, lo cierto es que lo observado en mayo cae dentro de lo que se llamaría como un choque de oferta de libro de texto. Como consecuencia de los bloqueos, algunas regiones del país vieron afectada seriamente la disponibilidad de productos generando fuertes aumentos de precios.
Es entendible que, una vez esos bloqueos desaparezcan, los precios tiendan a normalizarse y veamos caídas en la inflación mensual cuando ello suceda.
Así las cosas, lo que estamos viendo con la inflación es la combinación de unos factores externos de mayor duración y un choque de oferta generado por los bloqueos el cual debería disiparse una vez los mismos sean solucionados. De esta forma, el Banco de la República no debería considerar una reacción de política monetaria ante lo que está sucediendo en materia inflacionaria, pero sí deberá mantener un monitoreo de la evolución de las expectativas de inflación, porque cuando estas sorpresas se dan de forma continua, es típico que los agentes económicos empiecen a considerar que lo que son efectos transitorios, pueden volverse permanentes validando así una inflación más alta a futuro, lo cual sí sería un problema en la medida que esos niveles de expectativas futuras se lleguen a ubicar por encima del 4%.