Claves para el desarrollo en América Latina y el Caribe: fortaleciendo la cultura inversora en turismo
viernes, 18 de julio de 2025
Natalia Bayona
América Latina y el Caribe atraviesa un gran momento en materia turística. En 2024, la región recibió 112 millones de viajeros internacionales y generó ingresos por US$112.000 millones. Estos números no solo confirman la relevancia del turismo como motor económico regional, también suponen una oportunidad para atraer inversión de impacto que permita la tan anhelada cohesión social que tanto busca nuestra región.
Con un aumento global de 2% en las llegadas internacionales, la región mantiene un ritmo de crecimiento similar al europeo. Destinos emergentes de la región están liderando a nivel global con crecimientos trimestrales de 53%, en el caso de Paraguay y de 48% en el de Brasil y Chile. Esto refleja un aumento del interés por las nuevas experiencias y territorios por parte tanto de los viajeros como de los inversores.
En los últimos cinco años, más de 233 proyectos turísticos fueron anunciados en la región, con una inversión acumulada superior a los US$21.000 millones. Sin embargo, 77% de estos proyectos se centran en infraestructura hotelera, lo que destaca una concentración que debe ser superada para fortalecer el ecosistema turístico integral. Además, estas inversiones han generado cerca de 100.000 nuevos empleos directos, subrayando su impacto social.
Diversificando en la forma de invertir
España continúa siendo el principal inversor extranjero en turismo en América Latina, con una inversión acumulada de US$9.000 millones, seguido por Estados Unidos. No obstante, la región está experimentando un cambio interesante, ya que están comenzando a tomar protagonismo fondos provenientes de Turquía, Reino Unido, Francia, Tailandia o Qatar. Pero Más relevante aún es el crecimiento de la inversión intrarregional, con fondos latinoamericanos de países como México, Uruguay y Jamaica apostando por sus propios mercados, fenómeno que fortalece la autonomía económica y la integración regional.
Para capitalizar estas tendencias es fundamental diversificar la inversión hacia áreas como tecnología, educación y servicios turísticos complementarios. En este sentido, desde ONU Turismo estamos trabajando junto a los ministerios de Turismo de la región y entidades como el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, CAF, para crear herramientas y una metodología que lleguen a la mano de los inversores y puedan conocer las razones por las cuales hay que invertir en esta región.
Esto en parte, lo empezamos a desarrollar con mi llegada a ONU Turismo, inspirados en un trabajo que yo misma ayude a desarrollar en Colombia en aquellos tiempos cuando buscábamos fortalecer la confianza inversora del país a través de la creación de su primera ley de turismo y sus incentivos a la inversión privada.
De lo nacional a lo local
Hoy, con un sector turístico en auge, es necesario fortalecer la promoción de inversión a nivel local impulsando a las ciudades de acuerdo con su vocación y su identidad.
Algunas como Barranquilla, Córdoba, Medellín, San Salvador o Bahía de Tela ya demandan apoyo técnico de ONU Turismo para generar su propia estrategia de posicionamiento ante los inversores: sea por innovación y la llegada de emprendedores tecnológicos, como centros regionales del turismo de negocios, industrias creativas o turismo de familia.
Este año, que he tenido la oportunidad de viajar a países emergentes en turismo como Sudáfrica, Indonesia o Qatar quienes han apostado de manera ambiciosa en lanzar programas para el desarrollo de su territorio a través del turismo, veo más que nunca la importancia que América Latina y el Caribe evolucione su paquete de incentivos fiscales y no fiscales para atraer la inversión.
Por ejemplo, es necesario crear zonas económicas especiales que sean estratégicas para varios países y que generen exenciones de impuestos gracias al aumento del empleo en regiones comunes como el Amazonas, los Andes dónde fácilmente podrían crearse nuevas rutas regionales: indígena, jesuítica, inspiración literaria o musical que no sólo generan un 30% más de ingresos sino también podría ser un ejemplo de referencia a nivel mundial en innovación y desarrollo de producto.
También hay que facilitar el camino al inversor con ventanillas únicas que reduzcan las barreras burocráticas y ofrezcan seguridad jurídica. Pero quizás lo más importante para mí, es que la región logre consolidar su marca en el escenario internacional como sinónimo de estabilidad.
La imagen en el turismo lo es todo. La seguridad y la confianza deben acompañar a la región entendiendo que hoy, es el único lugar del mundo con un cero por ciento de probabilidad de iniciar un conflicto entre países.
Por otro lado, nuestra gente, sus ritmos, biodiversidad y colores deben mostrarse siempre para generar un imaginario que quizás hoy no está consolidado en el mundo, pues muchas veces nos ven cómo violentos o desarticulados pero lo que es cierto es que las cifras hablan por si solas y si queremos un camino largo en el crecimiento turístico, parte de la apuesta debe ser por comunicar, comunicar y seguir comunicando los valores que nos hacen fuertes: la solidaridad, resiliencia, alegría y la importancia de nuestra familia, que en los tiempos que corren, cada día se hacen más necesarios.