Analistas 30/08/2023

Reflexiones de huracanes, temblores, incendios e inundaciones

Natalia Zuleta
Escritora y speaker

Las noticias de los medios nunca han sido alentadoras en su mayoría, pero particularmente esta última semana mi cabeza ha dado vueltas alrededor de todos los fenómenos naturales que nos agobian y que por alguna razón cada vez percibo más cercanos. Lejos de analizar su razón científica, pues dejo eso a los expertos, he decidido entenderlos como mensajes de la naturaleza y en especial de nuestro planeta frente al camino insostenible que hemos decidido transitar como humanos. Y es que cuesta trabajo entender cómo hemos ido acostumbrándonos a las catástrofes naturales como parte de la agenda de naciones y continentes. Es como si estuviéramos sordos ante un inminente llamado a revisar la forma como estamos viviendo nuestras vidas. Y aquí no sólo me refiero a la utilización de los recursos naturales sino también a la subutilización de nuestro potencial humano y espiritual.

Y es que nos hemos olvidado del profundo vínculo que nos une con la tierra, esta desconexión nos tiene enfermos mental, física y emocionalmente. Hemos reemplazado los sentimientos de unidad, amor y compasión inspirados por la fuerza natural que nos rodea por el odio, la inseguridad y el egoísmo. Presenciamos una ópera inclemente de gritos y clamores que nos está pidiendo un alto en el camino para reposicionarnos y reinventarnos.

Desafortunadamente esta ópera es disonante, confusa y carece de poesía. Sus sonidos son perturbadores y se asemejan más a una tragedia lírica al mejor estilo de tragédie en musique francés. Lo que presenciamos es un poema inarmónico y dramático que resuena en nuestros oídos de manera contundente.

El fuego en Hawái con la pérdida de territorios forestales sagrados y la muerte de 115 personas más 850 desaparecidos, los temblores en Colombia que agrietaron a millones de corazones con sus réplicas constantes que afectaron carreteras en el país, las inundaciones en Chile con cuatro regiones declaradas en catástrofe y 4.200 damnificados y el huracán/tormenta Hilary que golpeó por primera vez en la historia a California, una zona desierta que no está en capacidad de afrontar grandes cantidades de agua y en donde hubo deslizamientos e inundaciones.

Leer cifras y tragedias en diversas latitudes pero que se perciben en un solo centro, en nuestro corazón es agobiante. No puedo más que decir desde mi lugar de escritora, creyente y experta en sostenibilidad y maestra espiritual, que estamos ante un desgarrador espejo de nuestras propias convulsiones interiores. Nos hemos vuelto débiles e incapaces de encontrar dentro de nosotros mismos las respuestas a las crisis que nos confrontan. Y esto tiene que ver sin duda con la ansiedad que nos visita como humanidad, frente al futuro. Gobiernos corruptos, enfermedades mentales en aumento, crisis en las economías de derivan de este escenario principal tragicómico en el que caminamos confundidos. Nos cabe responsabilidad y mucha en habernos desvinculado de nosotros mismos, las respuestas a los grandes interrogantes de la existencia ya no se encuentran en refugios cómo las religiones. Cada vez más nos acercamos a asumir una responsabilidad individual y colectiva frente a nuestra evolución espiritual. En la medida en que recuperemos ese espacio interior de encuentro, autorreflexión y sabiduría podremos reestablecer las relaciones con otros y con la naturaleza.

De eso se trata el resonado término de reinvención que ha cobrado vida en años recientes. La mirada interna para cambiar aquellas partes de nosotros que están fuera del flujo natural de la vida. Entender que este clamor de la naturaleza ya convertido en advertencia no da espera, que es momento de reconocer nuestras tormentas y fenómenos interiores para elaborarlos y desde allí comprender nuestra responsabilidad de transformar positivamente el mundo. Suena a poesía o tal vez filosofía, pero es concreto, así como lo decía Benedetti: “La naturaleza está ahí sola esperando ojos que la revelen, corazones que la sientan.” Revelarnos y sentir más desde el corazón, pero también hacer algo al respecto. Reflexionar y actuar desde nuestras propias actitudes y costumbres para reestablecer la compasión y el compromiso por hacernos sostenibles. Para mí es una tarea profundamente espiritual que tendrá sus frutos tangibles muy poderosos pues se origina desde la trascendencia. Cierro con Erich Fromm que nos dice “La lección más importante para un hombre en cuanto a su capacidad para trascender es crear o destruir, amar u odiar”.

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Desastre natural - economía global - Colombia