Bogotá ya tiene una nueva relación con el agua
viernes, 25 de julio de 2025
Natasha Avendaño
Hace poco más de 100 días levantamos el racionamiento de agua, un alivio para la ciudadanía que tuvo que ajustar sus dinámicas para que su cotidianidad no se viera tan afectada y también para el grupo de trabajadores de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Eaab, que trabajaron decenas de horas extras para cumplir a cabalidad con los turnos de restricción y así permitir que los embalses no se desocuparan de manera acelerada y que la ciudad y la región no se quedaran sin agua.
Nunca como en aquellos 365 días de racionamiento, las y los capitalinos estuvimos tan atentos a los niveles de consumo. Desde la Empresa informábamos cada día sobre cuánta agua se consumía el día anterior y sobre el porcentaje de llenado del Sistema Chingaza; de estos dos factores dependíamos para poder levantar la medida. Hoy estamos tranquilos porque, gracias a las afluencias en la Orinoquía, superamos 90% de llenado del sistema y nos alejamos cada vez más del fantasma del racionamiento.
Sin embargo, una de las cosas que más me enorgullecen, no solo como gerente de la Eaab sino como ciudadana, es que entre todos hemos logrado mantener un consumo responsable.
De acuerdo con estimaciones de la Empresa, el consumo de Bogotá debería estar sobre los 18,1 metros cúbicos por segundo (m3/s), sin embargo, con corte al 20 de julio, estamos consumiendo 17,18 m3/s, casi 900 litros por segundo menos que hemos dejado de consumir, gracias a que mantuvimos los buenos hábitos que nos dejó la crisis.
La Eaab monitorea la demanda de agua en Bogotá desde 1939, cuando la capital contaba con apenas 350.000 habitantes y el consumo era de tan solo 0,39 m3/s, agua que se tomaba del embalse de La Regadera y se trataba en la Planta de Tratamiento de Agua Potable -PTAP- Vitelma. Esa tendencia de consumo moderado se mantuvo hasta 1958, año en el que empezamos a consumir más de 2 m3/s, fecha que también coincide con la entrada en funcionamiento de la primera etapa de la Ptap Tibitoc, que contaba con una capacidad de producción de 3 m3/s.
Para la década de los 60, Bogotá tenía dos buenas plantas de tratamiento, pero con una población cercana al millón y medio de habitantes se comenzó a registrar un incremento del consumo de agua de manera desmesurada: entre 1960 y 1995 la ciudad pasó de consumir 2,90 m3/s a 17,99 m3/s debido al bajísimo costo del líquido, al crecimiento de la población y a la ausencia de una regulación que permitiera establecer precios que contemplaran la captación, potabilización, producción y transporte del agua.
Este escenario cambiaría radicalmente debido a dos factores: la implementación de la Ley 142 de 1994 que constituyó el régimen de los servicios públicos en el país y creó la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico, estableciendo una metodología tarifaria para que las empresas prestadoras cobraran una tarifa basada en las inversiones, los costos eficientes y los niveles de consumo, logrando establecer un precio justo para el metro cúbico de agua; y, por otra parte, porque en 1997 la Empresa tuvo que implementar un racionamiento debido al desplome de los túneles de Chingaza. Estas dos situaciones contribuyeron a que fuéramos más conscientes del uso eficiente del recurso.
A partir de ese momento en la Eaab podemos contar una historia positivamente diferente; hoy, con más de 10 millones de personas que consumen el agua que suministramos a Bogotá y a varios municipios de la sabana, conservamos un consumo relativamente estable al de los últimos 28 años, promedio que habla muy bien del sentido de responsabilidad que tenemos por este recurso finito, que demuestra que hemos aprendido de la experiencia y que visibiliza los buenos resultados de las estrategias de comunicación que, desde la Empresa y el Distrito, llevamos a cabo para que cada habitante de nuestras áreas de prestación del servicio pueda tener una nueva relación con el agua.