Los excesos de apalancamiento corporativo a nivel global están en el epicentro del contagio-financiero derivado del Coronavirus y el colapso en los precios del petróleo. Las preocupaciones tienen tres elementos constitutivos (The Economist marzo 13, 2020): i) el boom de apalancamiento corporativo después una década de excesos de liquidez; ii) presiones de flujo de caja en dichas firmas, ante el choque dual Oferta-Demanda; y iii) problemas de liquidez conexos, evidenciados en complicaciones en mercados clave de repos, bonos corporativos y papeles comerciales. Se requirió la promesa de históricos estímulos fiscales para que la “bazooka” del QE-ilimitado del Fed lograra algo de calma en los mercados (extendiéndose las compras a activos privados, incluyendo bonos corporativos).
Cifras del IIF muestran cómo la deuda corporativa-global se ha incrementado de 84% a 92% del PIB durante la última década. Ello ha tenido agravantes de mayor laxitud en estándares de originamiento, abundando ahora los llamados Leveraged Loans con escasas protecciones crediticias (“Cov-lite”). Actualmente, dos tercios de la deuda corporativa en EE.UU. tiene calificación basura o BBB-, pudiendo generar las actuales tensiones degradaciones masivas.
Preocupan sectores vulnerables como la industria aeronáutica-turismo (7% del total de deuda corporativa en EE.UU.) y energía-petróleo (10%). En este último caso, las tensiones se centran en empresas de fracking sobre-apalancadas, donde el rápido declive de los pozos no convencionales requiere perforación e inyecciones de capital continuos. El riesgo es el eventual contagio al grueso del sector empresarial ante los ineludibles expedientes de cuarentenas-distanciamiento social. Cálculos recientes de The Economist sugieren que, ante el colapso en ventas, cerca de 15% de firmas agotarían sus reservas de efectivo en solo tres meses, forzándolas a entrar en default en sus costos fijos. Si la situación se extendiera a seis meses, cerca de 25% de firmas agotarían su caja.
Todo ello implica que la economía necesita un gran “puenteo financiero” en esta crisis del coronavirus, necesariamente focalizado en el sistema bancario (concentrando aún la mayoría de relaciones crediticias). En EE.UU., los bancos están en mejor posición para adoptar dichos correctivos, dadas sus mayores rentabilidades y menor apalancamiento vs. una década atrás. En Europa la situación es diferente, pues se tienen aún bajos niveles de capital y rentabilidades (ROE) de apenas 5%.
Guardadas las proporciones, esas necesidades de asegurar el canal del crédito para el sector empresarial son también aplicables al caso colombiano. Allí lucen adecuados los expedientes de la banca privada de períodos de gracia, reperfilamiento sin marcación crediticia y servicios sin costo, apalancados en las recientes circulares de la Superfinanciera. También son cruciales la mayor liquidez provista por el Banco de la República y el estímulo fiscal del Mhcp (aunque ello probablemente será solo la cuota inicial, lo cual discutiré en otra ocasión).
El desafío del sector financiero-global será el de proveer ese puenteo crediticio, siendo parte crucial de la solución a la crisis actual (muy diferente a lo ocurrido en 2008-2009 cuando el sector financiero fue el epicentro de la debacle).