Entre el miércoles y el viernes de esta semana, se está celebrando el World Economic Forum (WEF) en Davos (Suiza), un encuentro ineludible en la agenda de buena parte de los líderes económicos, sociales y empresariales. Este año adquiere la categoría de global, porque será la primera vez que organiza foros paralelos en 40 grandes ciudades del mundo que se interconectarán con Davos. Entre estas ciudades estarán Caracas, Quito, Monterey, San Salvador y Madrid. También participarán Guadalajara y Montevideo, pero sin conectar con Davos.
Para mí, es un honor moderar, en calidad de presidenta del CEAL Capítulo Ibérico, el panel dedicado a analizar las claves de la transformación política, social y económica en Iberoamérica. Un panel en el que participarán Fernando Carrillo Flórez y Roberta Lajous Vargas, embajadores de Colombia y México, en España, entre otras personalidades.
América Latina acumula unos años de crecimiento sostenido, que ha facilitado el proceso de globalización de las empresas multilatinas y su expansión en otros continentes. El salto a Europa, y en particular a la Península Ibérica (España, Portugal y Andorra), ha seguido el proceso inverso al que en los años noventa hicieron las empresas españolas con sus inversiones en Latinoamérica.
Actualmente, la tendencia es avanzar hacia una tercera fase en la que las empresas latinas e ibéricas acometerán proyectos conjuntamente. ¿Será éste el primer paso para construir auténticos grupos ‘multiberoamericanos’, en los que lo relevante no sea el origen del capital ni tan siquiera la localización del ‘headquarter’, sino su concepción empresarial iberoamericana?
El futuro lo dirá. En cualquier caso, para las empresas, la internacionalización es un muro de contención frente a la crisis, porque les permite compensar las caídas en unos mercados con el crecimiento en otros. Todo ello redunda en defensa de los puestos de trabajo y en mejoras sociales para el conjunto de los ciudadanos.
Lo explicaré con un ejemplo propio. En Inforpress, la consultora de comunicación que presido, hemos crecido y contratado empleados a pesar de la profunda crisis que ha sufrido España. ¿La clave? Hay varias. Básicamente, nuestro crecimiento en América Latina, ofrecer un servicio enfocado a nuestros clientes y una forma de trabajar propia (valores, sistemas…) que nuestros colaboradores adoptan como propia y trasladamos a los países en los que estamos creciendo. Además, nosotros no hablamos de Latinoamérica o España, nosotros pensamos en términos de Iberoamérica. De hecho, el Foro de Buen Gobierno, que lidera Inforpress, incluirá este año en la tercera edición de sus premios, una categoría específica para empresas cotizadas latinoamericanas. En este proceso, las empresas iberoamericanas partimos con un elemento de ventaja: compartir una historia, unos valores y un idioma comunes. La comunidad iberoamericana tiene dos idiomas como elemento vertebrador, el español y el portugués, que hablan millones de personas y son recíprocamente comprensibles. “Esta comunidad iberoamericana constituye hoy un gran espacio multinacional fundamentado en principios y en valores, y en una identidad cultural y lingüística compartida”, afirmó en 2007, Enrique V. Iglesias, primer secretario general iberoamericano y actualmente presidente de Honor del CEAL Ibérico, en el IV Congreso Internacional de la lengua Española. Una afirmación que tanto entonces como ahora, mantiene su plena vigencia.
Iberoamérica tiene un peso creciente en la esfera internacional y eso se refleja en diversos informes, como el Índice de Presencia Global del Real Instituto Elcano, pero esta presencia no se capitaliza tanto en términos de poder (potencia económica, militar y otros elementos de tipo social) como en otras potencias regionales: Qatar, China, Emiratos Árabes Unidos, etc.
Internet y las redes sociales son elementos que cohesionan el espacio iberoamericano y coadyuvan a un aumento del poder internacional. En la Red, los límites no los marcan las fronteras ni las aduanas. En la era de internet, la frontera la marca el idioma, porque es el vehículo que permite a millones de personas hablar y escuchar, leer y escribir en una misma lengua. En definitiva, les permite construir día a día un espacio común iberoamericano.
Ahora, que ya no sopla viento de cola por la desaceleración de China o el descenso del precio de las materias primas, es el momento de diversificar en otros mercados. América Latina no debe dejar pasar la oportunidad de invertir en Europa y la mejor puerta de entrada es España, su aliada. Actualmente hay muchas empresas estudiando invertir en compañías españolas. Un ejemplo es Carlos Slim en FCC.