Colombia, como la mayoría de los países de América latina, posee enormes potencialidades turísticas: turismo de sol y playa en lugares paradisíacos como las Islas del Rosario o Barranquilla; turismo cultural en la colonial de Villa de Leyva o en la histórica Cartagena de Indias. También es posible hacer turismo gastronómico, de salud, de aventura y naturaleza, aprovechando su rica biodiversidad, o conocer ciudades modernas como Bogotá o Medellín.
Sin embargo, el desarrollo de un turismo integral en Colombia, como en el resto de la región, sigue siendo una asignatura pendiente. Se ha avanzado mucho en los últimos años en su modernización, pero mucho es también lo que queda por hacer. El turismo da empleo a más de seis millones de personas en Latinoamérica, región que recibió en 2013 a más de 80 millones de visitantes (un crecimiento de 50% en una década). Pero la industria turística latinoamericana aún está subutilizada. Mientras que entre 1990 y 2012 el flujo mundial de turistas creció de 457 a 1.035 millones (3,8%), en América Latina lo hizo solo a 2,5%. Y la región solo recibe 80 millones de turistas de los más de 1.000 millones al año en el mundo.
El turismo, como ocurriera en la España de los 60/70, posee las potencialidades suficientes para ser palanca de desarrollo de los países latinoamericanos. Apostar por la industria turística supone, asimismo, hacerlo por la diversificación económica y por un sector con importantes encadenamientos que favorecen el fortalecimiento de la economía. La región tiene la oportunidad de impulsar un turismo que ofrezca, sobre todo, calidad: buenas vías de comunicación para traer a los turistas, ambiente acogedor y seguro y trato profesional. Es decir, para convertir al turismo en industria puntera es necesario ser más competitivos, invirtiendo en infraestructuras (mejores carreteras, puertos y aeropuertos), en seguridad y en capital humano.
La región no solo tiene que trabajar para dar una oferta que vaya más allá de ofrecer sol y playa, sino que debe invertir en sectores más punteros como el turismo gastronómico, de naturaleza, de aventura, de negocios, el cultural, el sanitario o el destinado a viajeros con discapacidad.
Hay países que ya hacen mucho en: Brasil, México, Panamá y Costa Rica están a la cabeza en turismo sostenible. Sin embargo, aún existe una gran tarea pendiente, ya que solo cuatro países están en la lista mundial de los 40 que más han priorizado el fomento de viajes y turismo: Dominicana (7º), Costa Rica (22º), Panamá (25º) y México (32º). Además, existen otras asignaturas pendientes: promover el patrimonio cultural, proteger el medioambiente, invertir en tecnología (crucial, ya que los turistas planifican cada vez más sus viajes por internet) y aumentar la calidad de los servicios y adecuarlos a estándares internacionales.
En definitiva, Colombia y América Latina tienen que invertir en capital humano y físico. La región demanda la formación de profesionales altamente capacitados para atender a unos turistas cada vez más exigentes e informados. En cuanto a infraestructuras, claves en el proceso, se trata de mejorar la conectividad aérea, marítima, fluvial y digital: la industria turística depende, sobre todo, del vital transporte aéreo.
El Gobierno colombiano, como el resto de gobiernos, tiene un rol clave en este terreno: favorecer mejoras en capital físico y humano y fomentar la llegada de inversiones al área turística con un marco regulatorio propicio. En este sentido, la industria turística es otro ámbito en el que las empresas españolas tienen mucho que aportar. Desde hace años la región se ha transformado en una apuesta estratégica para grupos como Meliá, Ríu, Barceló o Iberostar que llevan su experiencia y su “know how”. Fortalecen así un espacio empresarial iberoamericano y se convierten en referentes de una industria de gran futuro y proyección, punta de lanza de la modernización y diversificación latinoamericana.