Hace dos semanas, el presidente Gustavo Petro, en su visita oficial a España y en un encuentro con empresarios, abordó la necesidad de que los proyectos y objetivos del capital verde, entendido como esas empresas y empresarios que apuestan por acelerar la descarbonización de la economía, se completen con la acción política de los gobiernos en una doble dimensión.
Por un lado, para impulsar una alianza entre la iniciativa pública y el capital verde para afrontar aquellos desafíos que no solo deben supeditarse a su rentabilidad económica. Y, por otro para promover acuerdos de los gobiernos entré sí para que toda la humanidad avance en la misma dirección y sentar las bases de una nueva economía.
Creo que, en buena medida, una respuesta de los empresarios iberoamericanos a ese planteamiento la encontraremos en el congreso que el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (Ceapi) celebra en Madrid del 30 de mayo al 1 de junio.
Y que esa respuesta del sector privado será con actitud clara y rotunda para construir la mejor Iberoamérica posible; sin mirar al pasado (sólo se vuelve la vista atrás para no cometer los mismos errores), porque lo urgente es construir un futuro que comienza aquí y ahora.
Un congreso no sólo para las mayores empresas, sobre todo para las mejores empresas de Iberoamérica. Porque una seña de identidad compartida por todos los miembros de Ceapi es no conformarse con hacer mejores empresas, sino el compromiso de trabajar por hacer mejores países. Un compromiso sincero con el que ganamos todos. Sabemos que la desigualdad no es rentable y que la sostenibilidad social es un pilar de desarrollo. Empresarios que han aprendido que no hay soluciones sencillas para problemas complejos y que, en vez de dificultades, deben plantearse propuestas con un impacto de transformación social positivo.
En un momento de profundos cambios geoestratégicos en todo el mundo, es importante avanzar en cómo deben interactuar políticos y empresarios; saber qué esperan unos de otros, de forma que puedan sumar esfuerzos y centrarse en solucionar los problemas de la sociedad para no comprometer su futuro.
Empresarios que para ser parte de la solución necesitan gobiernos que comprendan que Latinoamérica precisa políticas en las que predomine la colaboración público-privada en áreas como el turismo, la construcción de infraestructuras tradicionales y digitales, la mejora de la formación de un capital humano joven y numeroso o el aprovechamiento de las materias primas para que no ocurra como con el litio, cuya industria lidera China.
Todo ello, en un contexto de estabilidad macro y seguridad jurídica que favorezcan la confianza y las inversiones.
Un congreso que reunirá en Madrid a 400 empresarios iberoamericanos y españoles, a pocas semanas de que España asuma la presidencia de una Unión Europea que ha recuperado el interés por una Latinoamérica que cada día, también, es más importante para EE.UU. y tiene un creciente atractivo para otras potencias inversoras como China, India, Corea o países de Oriente Medio.
Empresarios que, lejos de ser espectadores, tienen en común el querer ser actores del cambio, desde la responsabilidad de quien toma decisiones que afectan a sus intereses y al de miles de personas; que han demostrado visión y capacidad para convertir las oportunidades en realidades y que quieren compartir experiencias, fortalecer relaciones y buscar y encontrar inspiración para alcanzar nuevas metas. Y todo ello con una protagonista absoluta: Iberoamérica, hoy la gran oportunidad.