Analistas 12/02/2024

La receta (fórmula) del crecimiento

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Parece que 2024 será un año en el que las principales economías latinoamericanas seguirán creciendo. Sin embargo, la realidad es que ese incremento del PIB, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), será en la región de 1,9% (en el caso de Colombia 1,7%), muy inferior al de otras zonas emergentes del planeta, con estimaciones por encima de 3,5%.

Son varias las causas de esa ralentización, pero la propia Cepal nos indica una de ellas: la inversión pública y privada interna total en 2022 solo alcanzó 20% del PIB, mientras que en zonas en pleno desarrollo de Asia se situó en 40%. Y eso en un contexto en el que, a pesar de que la inversión directa extranjera disminuye en el mundo, en Latinoamérica continúa creciendo.

No podemos resignarnos a esa paradoja. Reducir la pobreza exige, como mínimo, duplicar las tasas actuales de crecimiento. Sobre todo, en un momento en que hay diversos factores a favor de Latinoamérica. Me refiero al contexto geopolítico, a su perfil demográfico, a la mejora del nivel educativo, o la riqueza en recursos naturales imprescindibles en un modelo de economía sostenible.

Llegados a este punto, comparto la receta del éxito que recientemente ha formulado el empresario Carlos Slim para situarse en una horquilla del crecimiento entre 4% y 6%. Lo primero sería elevar los niveles de inversión como mínimo hasta 25% o 30% del PIB; acompañado de una subida progresiva y anual del salario mínimo; así como de políticas de creación de empleo y mejora del acceso a la educación que reduzcan la pobreza.

Esta fórmula, en palabras del propio Slim, “no busca la igualdad; sino subir a los que están abajo”. Porque esas tasas de incremento de PIB son las permiten reducir brechas sociales, mejorar los servicios públicos -especialmente educación y sanidad- y acelerar la convergencia con otras regiones del mundo. Avances que, simultáneamente, fortalecen los mercados internos, su competitividad y su atractivo.

Somos muchos los empresarios que nos hemos conjurado para cambiar el rumbo y avanzar en esa dirección. Ya en el siglo XII, Maimónides estableció ocho niveles de caridad, en los que para el que la recibe no hay diferencia, pues todas reducen su padecimiento. Pero para el que da, esa diferencia sí existe. Abarca desde el nivel más bajo -dar sin buena predisposición, amabilidad y afán de mejorar la sociedad- hasta el más alto, que es cuando emprendemos proyectos que permitan a las personas vivir con dignidad; dando al prójimo autosuficiencia con nuestro apoyo como pilar. Como empresarios, debemos aspirar a ese nivel y objetivo.

Pero para conseguir crecer, el primer paso es creer en uno mismo para que los demás crean en ti; y, el segundo, crear las condiciones para hacer posible ese crecimiento. Los elementos están ahí; solo hay que alinearlos. Y en eso vamos a centrarnos en el VII Congreso Iberoamericano para presidentes de Compañías y Familias Empresarias que, organizado por el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica, se celebrará en Cartagena de Indias entre el 17 y el 19 de junio.

Será un espacio de diálogo para construir una visión más justa y bondadosa de la empresa con la humanidad, siempre con la premisa irrenunciable de promover una transformación social. Un encuentro en el que esperamos reunir a más de 400 empresarios iberoamericanos, junto a importantes líderes de la región, en torno al lema creer, crear y crecer; nuestra fórmula para construir un futuro mejor para toda Iberoamérica y sus ciudadanos.

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