Hace dos semanas, con motivo de la toma de posesión del presidente Santiago Peña, tuve la oportunidad de volver a Paraguay, comprobando, una vez más, su vitalidad; pero también algunas singularidades que hacen que este país viva un momento único. Políticos, empresarios y ciudadanos han comprendido cuáles son los grandes desafíos globales y están dispuestos a afrontarlos juntos.

“El mundo tiene tres problemas: agua, alimentos y energía. Y Paraguay, las tres soluciones”, decía el presidente en su toma de posesión. Es un país con enormes recursos naturales, que genera más energía de la que consume, con capacidad para alimentar a su población y a otros millones de personas, y que está desarrollando proyectos de hidrógeno verde para abastecerse de fertilizantes y ser un gran productor mundial agrícola y ganadero. Paraguay es el país de la economía verde y sostenible.

Solo en el último año, sectores de su PIB como la agricultura han crecido 30%; el agua y la energía 10,3% y hoteles y restaurantes, 9,1%, marcando la senda de un turismo todavía incipiente. Otro mercado en crecimiento es el inmobiliario: tanto el de real estate como el de viviendas para bajo y medio nivel adquisitivo, facilitando a las nuevas generaciones acceder por primera vez a una vivienda formal.

Además, cuenta con empresarios cualificados (formados muchos de ellos en EE.UU., Alemania y España), que están promoviendo interesantes iniciativas para aprovechar el potencial que ofrece un país de más de 400.000 km2 y una población de 7,5 millones de habitantes, de los cuales más de 4 millones tienen menos de 29 años. Y es que Paraguay se está confirmando como un buen espacio para los negocios con una inflación controlada en 3,5%; una deuda de 35% del PIB y un régimen fiscal que favorece la actividad económica.

Un contexto que alienta que la inversión extranjera se haya multiplicado por seis desde 2005, recibiendo importantes llegadas de capital procedentes de países de la región como Argentina, Brasil, Colombia o Chile en sectores estratégicos como el financiero, el energético o el de la alimentación. Sin olvidar que España también tiene a Paraguay en su punto de mira a través de constructoras como Azvi o inmobiliaria San José; empresas de servicios como Prosegur o aseguradoras como Mapfre, la primera del país por número de primas y, por supuesto, la consultora de comunicación Atrevia.

Más allá de las buenas expectativas económicas, la otra gran baza de Paraguay es contar con una sociedad multicultural y cohesionada. La Guerra Grande, ocurrida hace poco más de 150 años y cuyo recuerdo une al país, supuso el exterminio de 90% de la población masculina, dando lugar a repoblaciones que hacen que hoy convivan descendientes de españoles, japoneses, lituanos y hasta 30.000 ucranianos. Un proceso que explica su activo apoyo a Ucrania o que conceptos como la inviolabilidad del territorio o soberanía nacional formen parte de sus señas de identidad, de sus emociones, de su historia. Un sentimiento común que les une y da fuerza para emprender proyectos que, pese al tamaño de su población, les haga fuertes en Latinoamérica y el mundo, ganando peso económico e influencia política.

En un mundo dominado por la desconfianza, Paraguay ofrece estabilidad, certeza e ilusión por el futuro, sin perder la visión de la realidad. Quizá no haya que mirar fuera de Latinoamérica para encontrar ejemplos de un país que despierta un renovado interés en el mundo y llamado, si hace bien las cosas, a protagonizar una brillante etapa.