Colombia: un auto de alto cilindraje con el freno de mano
Desde hace ya más de 25 años comenzó mi contactó con Colombia y siempre me he preguntado qué hace que un país con un potencial tan grande, no haya logrado un crecimiento dinámico que le permitiera duplicar su producto per cápita en por lo menos la mitad del tiempo del que lo ha venido haciendo. Esto es, alcanzar las tasas de crecimiento que lograron en su momento, para envidia de todos, los países asiáticos.
Cada vez que conozco más el país y la calidad de su gente, me convenzo más de que Colombia es como un auto de gama alta y gran cilindraje que se conduce con un freno de mano puesto.
Los grandes logros de los últimos años, que lo tienen como uno de los países con más crecimiento en el mundo, con mayor disminución de la pobreza dentro de los emergentes y conquistando los mercados de capitales internacionales, muestran que efectivamente es un ejemplo a seguir en muchos campos, a pesar de los grandes inconvenientes que hemos sufrido en nuestra historia.
En mi opinión, la desigualdad, violencia y pobre desarrollo de la infraestructura son las razones por las cuales Colombia no ha alcanzado una velocidad de crucero óptima. Estos tres temas, que no son menores, serían los elementos que han mantenido a un país de gran potencial frenado y desaprovechando los ciclos buenos que vivimos en el pasado.
En materia de desigualdad me refiero a temas que van desde el acceso a educación de calidad para los diferentes grupos de la población hasta la regresividad del sistema impositivo. Aún el origen de las personas representa una barrera social difícil de romper. Los avances en acceso a la educación de primera infancia han sido enormes en los últimos años, pero aún quedan importantes retos tanto en acceso a la educación para los mayores como en su calidad. El compromiso de los colombianos con la fiscalidad es muy desigual. La tributación no promueve la igualdad y por el contrario desincentiva el empleo y la inversión. Las grandes cargas tributarias recaen sobre pocos contribuyentes y con no mucha progresividad.
Por otra parte, el conflicto armado le ha puesto un freno de mano al país destruyendo vidas humanas y capital físico y afectando decisiones de inversión. Esto conlleva a un uso menos eficiente de recursos económicos porque exige grandes esfuerzos en gastos de seguridad en detrimento de otros objetivos de política pública y desarrollo.
Finalmente, pero no menos importante, el pobre desarrollo de la infraestructura en el país incrementa los costos de logística y distribución al interior de las regiones, acentuando aún más la desigualdad. Adicionalmente, estas carencias han venido afectando la competitividad externa de nuestras empresas de manera importante.
En perspectiva, se han hecho y se están haciendo muchas cosas para quitarle el freno de mano al país y permitir que corra como la máquina de alta potencia y cilindraje que es, pero aún faltan cosas. Las oportunidades y los retos para el país son enormes y más aún en un escenario internacional más exigente como el que estamos viviendo. Colombia no puede conformarse con el éxito comparado de los últimos tiempos y debe emplear todos los recursos sociales e institucionales a su alcance para superar estas limitaciones.