Abrir la mente, pensar en Colombia
En la dialéctica del sistema educativo global y local es claro que su aporte a la cobertura y el acceso a la educación superior ha sido de un gran impacto en la perspectiva de la universalización de la matrícula, particularmente de los más vulnerables. Nunca me atrevería a decir, como lo he escuchado de otros en estos días recientes, que el sistema mixto de educación superior no aporta a la consecución del derecho a la educación y, menos aún no podría pensar que una parte de este sistema, en este caso el privado, es una realidad mercantilista.
Todo el sistema, público y privado, ha jalonado de modo significativo el acceso y la cobertura de la educación superior, también la calidad y la relevancia. Colombia no es la excepción a esta constatación si miramos los números de matriculados en total y hacemos la cuentas de cuántos de estos corresponden al servicio que prestan las Instituciones de Educación (IES) privadas.
En términos de cobertura en educación superior en Colombia, se ha logrado un aumento de casi 11 puntos porcentuales entre 2012 y 2022 (último año de cifras consolidadas disponibles), alcanzando un total de 54,92%. Por otra parte, según las proyecciones de población del Dane, entre 2024 y 2034, la población entre 17 y 21 años pasará de representar 7,1%, con una reducción nominal de -0,029% que manifiesta estancamiento.
Al analizar el segmento demográfico de 35 a 40 años se puede observar que, entre 2024 y 2034, pasarán a representar 9,48%, con un incremento nominal de 14,76%, llevando a las instituciones de educación superior a pensar -¿replantear?- en su población objetivo a futuro. Para 2022, la matrícula en IES públicas representó 54,4% y en privadas 45,6%. Resulta llamativo observar el descenso de la matrícula en la modalidad a distancia en los últimos 10 años (13,5% a 7,9%), mientras que la presencialidad sigue predominando con 73,9% de la matrícula. Sin embargo, resulta importante enfatizar en el crecimiento exponencial de la modalidad virtual que pasó de representar 0,8% en 2012 a 18,1% en 2022.
Contrastando estas realidades es necesario que nos coloquemos en plan crítico y activemos una ruta de blindaje que nos ayude a seguir siendo relevantes con el desarrollo de la apuesta educativa y que no permitamos que ella se apague o desaparezca porque sería retroceder en el tiempo y frenar la posibilidad del desarrollo integral de personas y de la sociedad en general.
La política pública de educación superior ni la sociedad civil pueden darse el lujo de colocarse de espalda a esta realidad o mirar sólo para un lado de la “vía o ruta” de gestión de la educación superior. lo que hay que hacer es actuar de manera integrada y hacerlo con el corazón puesto en Colombia y en sus diversos territorios sin ninguna oportunidad de mezquindad motivada por posiciones ideológicas. Para lograr este propósito, nos acompaña un sistema mixto de educación superior que debe ser fomentado por un liderazgo empático, adaptativo y transformador.
En este contexto, la pregunta es: ¿qué debo hacer como administrador de la educación en su conjunto, particularmente de la educación superior? La responsabilidad técnica y política del líder que le corresponde administrar el asunto educativo superior está en conducir hacia una meta de integración de las IES que potencialicen el sistema educativo en general a través de los aprendizajes de los estudiantes y del conocimiento apropiado socialmente para ayudar a solucionar los grandes problemas del país.
Lo que más requiere el sistema educativo superior colombiano es colaboración, integración, y cooperación antes que otras ideas que dividan y nos dejen por fuera de la contienda educativa y, por ende, del desarrollo social integral del país.