Aprendizaje personalizado y experiencial
La tecnología, en general, y la analítica de los datos, en particular, están causando una fuerte disrupción en todos los sectores. Aquellos que, por el contrario, se han mantenido vivos, y han experimentado una curva ascendente en la prestación de sus servicios, han sabido sortear los cambios, y encontrar la solución adecuada a aquellos dolores o expectativas que los usuarios o clientes han padecido o, que de alguna manera han indicado o creado.
La educación no será igual a lo que fue hasta hace un año. El “learning experience desing” será fundamental para el desarrollo de las Instituciones de Educación Superior (IES) ahora y en el futuro inmediato. Las grandes disrupciones tienen ganadores y perdedores en cada industria, y en el sector educativo veremos también el mismo efecto. En este contexto, no se nos hará extraño ver cómo otros asumen liderazgos mediante el despliegue de una oferta innovadora que se presenta como solución a algunos de los problemas que la educación tradicional no logra resolver.
Uno de los grandes desafíos, y a su vez, una excepcional oportunidad para la educación superior, es el del aprendizaje personalizado y activo. Este se caracteriza por el uso de estudios de casos y la resolución de problemáticas reales, de la vida cotidiana, siempre articulados por las mejores prácticas de acompañamiento, y por el aprovechamiento de soluciones digitales que permiten monitorear las necesidades de los estudiantes en su proceso formativo. Esta personalización del aprendizaje viene acompañada de elementos activos y experienciales, es entonces más que simplemente “aprender haciendo”. Se trata de una conceptualización y sistematización de la teoría pedagógica que da forma a las apuestas metodológicas del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El compromiso de los estudiantes con las realidades y necesidades de su cotidianidad, de las comunidades y del entorno, es clave para que el proceso de generación y gestión del conocimiento sea lo más pertinente posible. Las competencias y habilidades desarrolladas en el proceso formativo van a estar al servicio de las complejidades de la vida, encontrando una ruta de solución a los problemas que se presentan. Las prácticas sociales y profesionales que los estudiantes realizan como parte de su ruta curricular, son habilitantes no solo para desarrollar conocimientos propios de su área disciplinar u ocupación, sino también para incorporar competencias asociadas a la resolución efectiva de problemas, o de concreción de ideas que se materializan, por ejemplo, en emprendimientos, contribuyendo a fortalecer el tejido empresarial y social, y aportando al desarrollo económico de sus regiones. En síntesis, todo esto hace parte de la apuesta por una formación integral que pasa por el “crisol” de un escenario que asegura y consolida el carácter de un profesional capaz de servirle a los demás.
Si queremos desarrollar un modelo educativo que se la juegue por la pertinencia de las habilidades y competencias de los estudiantes y graduados, es necesario entonces que articulemos el aprendizaje y la experiencia con el apoyo incondicional del sector empresarial, y de las comunidades u organizaciones, convirtiéndolos en laboratorios o aulas abiertas, en espacios que generen las condiciones propicias para estar a altura de las exigencias y retos que el contexto nos impone y demanda. Garantizar enfoques y metodologías pedagógicas personalizadas, activas y experienciales, a través de las diversas modalidades (presencial, distancia, virtual, dual o sus combinaciones) del ejercicio educativo, es parte del desafío presente y futuro que tienen las IES para trascender en el tiempo, debiendo cumplir por supuesto, con las expectativas y necesidades de sus estudiantes actuales y potenciales.