Hace unos meses atrás, exactamente el 17 de julio el Papa Francisco envió una carta pastoral sobre el valor de la literatura en el proceso educativo-formativo, como parte del camino hacia la madurez personal de los sujetos. Esta es una clara invitación a reflexionar sobre la visión humanista en la educación en todos los niveles, pero de modo particular en la educación superior en perspectiva global y local. Algunos pueden pensar que esta invitación es solo para las Instituciones de Educación Superior (IES) pontificias y católicas (más de 1.360 en el mundo) que deberían revisar los programas académicos y sus planes de estudios a la luz de esta carta, pero es necesario que hoy ante la creciente realidad de deshumanización que vivimos en la sociedad contemporánea por diversas razones, todas las IES del mundo entero, en particular de Colombia, piensen en la necesaria y radical importancia que tiene esta visión humanista de la educación superior.
La carta llega en un momento crítico para las humanidades en general. En muchas IES del mundo el estudio y desarrollo de las humanidades se ha disminuido de manera asombrosa y, lo peor de todo, es que muchas veces el discurso misional que se expresa no coincide con la práctica real de un enfoque curricular, de unas experiencias pedagógicas y de una gestión académica coherente con la visión humanista. El mundo de la eficiencia y de la productividad mediado por la tecnología pareciera que ha copado toda la realidad social quedando poco o nada de espacio para la visión humana, estética, de la literatura, la música, las artes pero ante todo para la relaciones de afecto y empatía que son las que verdaderamente revelan el corazón y la existencia auténticas. Es necesario retar a la educación superior a desarrollar y proponer una reflexión sobre el humanismo. En esta coyuntura histórica actual del mundo, no sólo necesitamos nuevos programas eficientes de productividad y economía, sino sobre todo una nueva perspectiva humanista, enriquecida por la herencia de la tradición clásica, así como por las reflexiones sobre la persona humana presentes en las diferentes culturas. El humanismo en fecundo diálogo con los valores del pensamiento clásico griego y latino, ha dado lugar a una elevada visión del ser humano, de su origen y destino último, y de su forma de vivir en este mundo. A este respecto, las IES tienen el deber de formar en un humanismo para nuestra era tecnológica secular global, que exige un diálogo serio con los pueblos. En esta perspectiva es donde nace el imperativo de colocar a la persona humana y los problemas que le conciernen en el centro de sus reflexiones y acciones. El objetivo de la educación humanista no es realizar un examen perfecto sin error alguno, sino preparar a las personas para la vida, una existencia que llevamos en sociedad y que, por ende, es fundamental saber actuar en la misma con el resto de las personas que la forman. Para ello, cada estudiante y graduado debe prepararse para actuar de forma independiente, teniendo en cuenta todos aquellos aspectos necesarios para afrontar la dinámica de la vida.
La educación humanista es un factor indispensable en todos los sentidos, ya que enriquece culturalmente, ofrece valores, mejora el crecimiento y bienestar de los estudiantes, tanto personal como social, ayuda para imaginar y crear, para sentir y crecer, para expresar y escuchar, para ser iguales y unir, en síntesis, para ser únicos e inspirar a otros en la cotidianidad y en hacer posible la armonía de la fraternidad. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no se preocupa además por difundir un nuevo modelo respecto al ser humano, a la vida, a la sociedad y a las relaciones con la naturaleza.