El valor de las competencias globales
Hace una semana tuve la experiencia de participar en un proceso de apreciación de las condiciones iniciales para la acreditación institucional de alta calidad de una Institución de Educación Superior (IES) de este país. Allí, en un ambiente dialógico con los académicos que hacían el acompañamiento del proceso, pudimos mirar con detenimiento diversos factores, características e indicadores.
En cada uno fue posible hacer un recorrido sobre la senda de madurez de una IES con relación a los atributos de calidad y pertinencia de sus servicios educativos. Dentro del conjunto de factores analizados, me llamó la atención aquel referido a la internacionalización, entendido esta como la ruta que permite insertar a los estudiantes y profesores, mediante cursos y programas, en perspectivas y dinámicas interculturales y globales para un mundo en rápida evolución.
En este contexto, cobra importancia la propuesta educativa curricular de las IES para formar a sus futuros graduados en lo que se ha llamado las competencias globales, colocando a los estudiantes en el aprendizaje sobre los países del mundo, de otros entornos culturales y sus economías, gobiernos, historias e idiomas, y así mejorar su comprensión integral al graduarse.
Las competencias globales se presentan como indispensables para vivir en armonía en un mundo multicultural, tanto en los ambientes de aprendizaje, como en las comunidades y territorios, o a nivel global, buscando el bienestar, la comprensión, el entendimiento, la tolerancia, la colaboración, y el respeto mutuo. La mejora de la empatía hacia los demás ayudará a encontrar soluciones comunes propiciando una disminución de la violencia y haciendo posible la paz y la convivencia.
Para educar en estas competencias, los profesores deberán ser ejemplos a seguir con relación a los valores, reconociéndose la necesidad de presentar y desarrollar competencias globales en las diferentes asignaturas. Los profesores deberán tener en cuenta, además de las competencias cognitivas propias de sus materias, las no cognitivas así como las transversales y globales.
Es que la educación superior debe responder a la globalización dando a los graduados una formación que les propicie habilidades para comprender el mundo y, porque no, para que puedan trabajar e insertarse en otros contextos culturales, como profesionales o ciudadanos al servicio de la humanidad. Estar abiertos a otras culturas permite a los estudiantes reconocer su propia identidad, pero al mismo tiempo mejora sus capacidades para relacionarse con otros, valorar diferentes perspectivas en la vida, así como aprenden a aprovechar las oportunidades laborales o desarrollo profesional, y ser tolerantes con diferentes puntos de vista e ideas.
Todo lo anterior exige de estrategias y mecanismos de acción en esta línea de formación. Esta capacidad debe estar al servicio de un mayor fortalecimiento de los programas de intercambio o movilidad de estudiantes y profesores, al igual que la reestructuración de los planes de estudio para que estos sean más flexibles y prácticos, asociándolos con la experiencia en el aprendizaje, y más conectados con las dinámicas mundiales en las disciplinas y ocupaciones. Es necesario que las IES estén en permanente actualización e innovación de sus procesos de enseñanza, y adaptándose a los sistemas impulsados por la tecnología, ya que algunos de ellos serán requeridos por estudiantes en sus líneas de trabajo después de la graduación.
Formar a estudiantes en cómo enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo es la clave para que éstos asuman creativa e innovadoramente sus proyectos de vida personal, profesional y laboral; para ello, es fundamental reconocer el valor de las competencias globales, incorporándolas como un elemento crucial en el proceso educativo.