"Enseñar a pescar antes de dar el pescado"
Para nosotros como actores del sistema de educación superior colombiano y del mundo, resulta claro que lo vivido con ocasión a la pandemia y sus impactos en todos los aspectos de la vida humana, nos ha llevado a mirar con profundidad los modelos o paradigmas bajo los cuales estamos ofreciendo los servicios educativos, y a ser conscientes de que si no los transformamos perdemos relevancia, ya que casi de la noche a la mañana han cambiado y traído un nuevo enfoque.
Este tiempo ha sido una alerta suficiente para que como miembros de la comunidad académica de las Instituciones de Educación Superior (IES) veamos el mundo que nos rodea con una luz distinta, desde una óptima diferente, que nos permita observar con claridad que es lo más necesario para vivir y qué no lo es.
En este contexto, es importante que nos cuestionemos si lo que hoy enseñamos en nuestras IES hace del ser humano una persona capaz de comportarse como un buen ciudadano y líder local y global, el tipo de líderes que el mundo necesita en un momento como este, el tipo de líderes que pueden tomar decisiones basadas no solo en hojas de cálculo, sino en un entorno verdaderamente volátil, incierto, complejo y ambiguo (acrónimo en inglés, Vuca).
La realidad nos muestra la necesidad de una educación que genere o despierte en nuestros estudiantes procesos de pensamiento crítico, creatividad e innovación que les lleve a acciones de emprendimiento, del hacer, con las debidas conceptualizaciones del saber. Educar para el emprendimiento será una gran oportunidad para generar posibilidades en la reducción de la pobreza, la creación de una gobernanza sostenible, estimular el crecimiento e impulsar la innovación, además de desarrollar un camino de mejor estabilidad económica, social y ambiental.
Pedagógicamente debemos ser conscientes de que una propuesta curricular que se enfoca al emprendimiento genera en los estudiantes unos aprendizajes que lo hacen autosuficiente y seguros de sí mismos, capaces de resolver sus problemas con ideas creativas e innovadoras, generando modelos de negocio sostenibles con formas disruptivas o “destrucciones creativas”, abriéndose a nuevas experiencias, y creando mayor valor.
En la mirada que hacemos de país sabemos que es necesaria una política que permita el desarrollo de un enfoque emprendedor en el sistema educativo desde los primeros años de formación hasta los niveles más altos del proceso, incluso en una dimensión dinámica a sabiendas que educamos a lo largo de la vida. Ningún modelo de desarrollo sostenible que se estructure en nuestra realidad será posible sin una política educadora emprendedora y eficaz que genere las competencias y habilidades en los estudiantes y graduados para hacer posible un mundo mejor.
En los últimos años, el gobierno colombiano ha buscado crear un ecosistema empresarial y ha estado apoyando la empresa de los jóvenes, alentándolos a aprovechar sus habilidades y conocimientos empresariales para convertirse en autónomos.
Esto ha actuado como catalizador para que el espíritu empresarial sea una opción profesional de los graduados de Colombia. Con el fin de ayudar a los jóvenes a perseguir esta pasión empresarial y convertirse en creadores de empleo, la política de educación superior debería establecer una hoja de ruta para las IES con especial énfasis en el desarrollo integral de los estudiantes a través de la educación multidisciplinaria y la formación profesional.
Se ha enfatizado que la educación debe avanzar hacia menos contenido y más aprendizaje experiencial para crear resultados positivos, incluida una mayor creatividad e innovación. La educación de calidad debe permitir que los alumnos sean éticos, racionales, compasivos y solidarios.