El concepto de gobernanza institucional ha tomado en los últimos años una preponderancia significativa en el marco de las dinámicas de gestión de las Instituciones de Educación Superior (IES), llegando a ser una de los componentes claves de evaluación de la alta calidad de estas. Acudiendo a la Real Academia de la Lengua Española (RAE, 2020), se define el término de gobernanza como el “arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo institucional duradero”. Es pertinente, además considerar que, de acuerdo con los fines de cada IES, este término puede experimentar variaciones e incluir elementos diferenciadores y propios. En definitiva, aunque no se trate de una noción unívoca, en todas las IES la gobernanza se asocia a un proceso de direccionamiento que orienta el comportamiento de una organización, no solo en términos de la división del trabajo y de la distribución de la autoridad y la toma de decisiones, sino también de los valores bajo los cuales se conduce la institución para el logro de su misión y objetivos estratégicos.

Las diferentes fuentes literarias que hoy hacen referencia a este concepto, dentro del ámbito de las IES, insisten en que hay que comprender la gobernanza como las acciones, procesos, actos internos o externos de las autoridades universitarias y sus correspondientes cuerpos colegiados para desarrollar y ejecutar los objetivos misionales, en todo ámbito institucional con base en sus decisiones. En la actualidad, donde la magnitud, intensidad y velocidad de los cambios del entorno son tan evidentes, el reto de la acción de la gobernanza es exigente. Se requiere identificar muy bien cuál es el modelo con el cual se va a actuar tenido en cuenta que hay diversas formas (burocrático, colegial, partes interesadas y emprendedor) de comprenderla. Si las IES no consiguen adaptarse a esas nuevas realidades, podrán perder competitividad, causando una crisis compleja.

Los contextos actuales han impactado significativamente al sector educativo en todos sus niveles, pero de un modo mayor a la educación superior. Se requiere un modelo abierto y preocupado, tanto de su público interno (docentes, estudiantes y colaboradores en general), como externo (sectores público y privado y comunidad en general). Su concepción es más amplia e implica la apertura de las IES como una especie organizativa de servicios, aunque tendríamos que blindarla de cualquier vicio de mercantilización, aunque si se pueden adaptar y replicar prácticas de otros sectores para hacerlas más competitivas y vigentes. Lo importante es que se pueda dar respuestas adaptativas a las necesidades reales de las comunidades con las que se interactúa como IES en contexto. De allí la manera emprendedora de cómo se debe asumir la gobernanza, para poder asumir los riesgos en escenarios de incertidumbre. Esto implica innovación, transformación, apertura, resiliencia y autodeterminación organizacional. La apuesta por la reimaginación de las IES es más que un imperativo actualmente.

Un modelo de gobernanza auténtico requiere de principios clave para que sea algo verdaderamente eficaz, oportuno y contundente. La transparencia, equidad, rendición de cuentas, el cumplimiento de normas y la ética serán los elementos que direccionen la tarea. Por otra parte, también se necesita que las IES estén bien administradas, técnicamente proyectadas y apropiadamente lideradas; es decir, el cumplimiento de la misión de las IES está directamente relacionada con su gobernanza, y ésta sólo se mostrará eficaz en cuanto permita que dicho cumplimiento sea integral.