La palabra clave: Flexibilidad
Hemos sido testigos del impacto de una pandemia y sus consecuencias, que en medio de los dolores y tristezas generadas también nos ha proporcionado oportunidades maravillosas de transformación, de manera concreta en la aceleración de la cultura digital de dinámicas personales e institucionales.
En este contexto, a partir de lo vivido por las Instituciones de Educación Superior (IES) colombianas, con relación al número de estudiantes, se ha hablado mucho de la pérdida de estos al interior de los campus universitarios dejando el sabor de que nos estamos contrayendo en el acceso, víctimas de la crisis sanitaria. Una vez más la visión de la equidad de la educación superior para nuestro país queda en el escenario del análisis, y surge la pregunta de qué podemos hacer. Aunque no negamos la realidad, podemos seguir avanzando por el acceso, incluso en medio de las adversidades.
La interpelación del acceso y de la equidad educativa nos lleva a emprender caminos nuevos en los modelos o paradigmas educativos de las IES, no sólo en la organización de las propuestas de programas académicos con la flexibilidad requerida, sino también con esos otros elementos de psico-emocionales del ámbito familiar y personal que ayudan para un acompañamiento permanente e integral, sustentado en tutores profesores que comprenden las dinámicas individuales.
También está el abordaje de factores económico y de posibilidades de involucramiento de los estudiantes en dinámicas de emprendimiento y empleabilidad para poder responder a esa variable financiera que permita soportar los costos de un desarrollo educativo superior que no se agota sólo en el pago de la matrícula, sino que se relacionan con las necesidades propias de un ser humano que requiere vivienda, vestido, alimentación y medios de conectividad e Internet para poder estudiar.
En este orden de ideas, también están los amplios mecanismos institucionales de fondos de becas, subsidios y alivios financieros que se entregan a las familias y estudiantes para poder apalancar su inclusión educativa y lograr así la permanencia en el ciclo formativo, evitando las altas tasas de deserción.
Para el sistema educativo superior colombiano, y en particular para las IES, la palabra clave ha sido y será de ahora en adelante flexibilidad, porque con todos los mecanismos, pensados de manera creativa e innovadora, puestos en acción, se tomó la decisión de no dejar que ningún estudiante se quedara por fuera del sistema y que pueda alcanzar su sueño educativo, entendido en parte como esos aprendizajes pertinentes para los estudiantes, y luego, graduados avancen satisfactoriamente en desarrollo de su proyecto de vida.
Esa flexibilidad también incorpora rutas o trayectorias de formación a lo largo de la vida y reconocimiento de saberes previos, para que haya un tránsito fluido entre la educación superior, la educación para el trabajo y desarrollo humano y la experiencia, una comunicación oportuna entre el mundo del trabajo y el académico materializado en competencias y habilidades pertinentes con el entorno cambiante y propias de un ciudadano del siglo XXI, inmerso en la cuarta revolución industrial.
Reorganizar la vida de las IES ha sido parte del reto que tenemos, encontrando esos nuevos caminos para involucrar mucho más al estudiante, para que su experiencia sea significativa y trascendente, y no permitir que ningún factor sume al menor acceso, y le reste a la inclusión y equidad social educativa. Volver a la normalidad es no volver a la vieja normalidad, sino tener el valor para incorporar y adaptar con decisión lo nuevo y creativo emprendido en estos tiempos recientes con el fin de transformar las dinámicas universitarias, especialmente los enfoques pedagógicos y hacer que el aprendizaje sea atractivo y coherente con las necesidades que el mercado laboral hoy está pidiendo.