En el contexto de la era del conocimiento, es completamente natural que la generación, gestión y apropiación del conocimiento haya aumentado en gran proporción. Los avances que estamos observando a través de los diferentes campos de las ciencias no nos dejan de sorprender y permite confirmarnos en que la difusión y apropiación es bastante real. Este avance se ha dado de una manera mucho más acelerada en campos de la tecnología, comunicaciones e infraestructuras que han ayudado a que los ingresos y niveles de vida de las personas evidencien muchos más beneficios tangibles e intangibles a la sociedad.
En este contexto, las Instituciones de Educación Superior (IES) se sienten responsables y urgen de su comunidad académica respectiva (profesores investigadores, grupos y semilleros de investigación) acciones tendientes a la producción y a difundir el conocimiento con el que se comprometen tanto en términos de calidad como de cantidad. Son varios los factores que pueden influir para que esto se desarrolle, pero es claro que una política nacional y global institucional y las apuestas de clasificación, en el marco de las evaluaciones que hacen los entes del estado y otras instituciones nacionales e internacionales, presionan para que esta productividad se logre.
La política del conocimiento implica comprender las jerarquías existentes en el orden del conocimiento, el dominio desproporcionado de un pequeño número de las sociedades e instituciones de las regiones del mundo desarrollado en lo que respecta a los estándares metodológicos, la agenda teórica y la comercialización del conocimiento.
El dominio de Europa y Estados Unidos en la producción de conocimiento es bien conocido. Existen estudios que señalan que la producción de publicaciones científicas en 30% surgen en el continente europeo (cfr. European Commission, Investing in the European future we want). La legitimación del conocimiento producido por los países del norte sobre el producido en el sur, el dominio del idioma inglés en las publicaciones de investigación y las grandes diferencias en recursos, tecnología y fondos, son algunos de los factores que obstaculizan la producción de conocimiento en los países en desarrollo.
También es claro que la presión para publicar es un subproducto de la carrera por ascender en las clasificaciones o ranking universitarios. En los últimos años, no hay duda de que el papel del sistema de ranking universitario ha surgido como un factor significativo a la hora de incrementar la reputación del sistema educativo de un país y las perspectivas de universidades, académicos y estudiantes. Al incluir la investigación y la publicación como parámetros del ranking universitario, estos legitiman aún más la jerarquía de producción de conocimiento y aumentan la presión para publicar entre las universidades con sede en países en desarrollo.
Para competir y convertirse en instituciones de “clase mundial”, las IES de los países en desarrollo tienden a imitar la estructura organizativa, el estilo de gestión y las estrategias orientadas al mercado de las instituciones de educación superior que ya son exitosas. Uno de los principales resultados de este mimetismo es la presión de la performatividad (modo de regulación). Esto es la manifestación de una cultura de auditoría a nivel institucional donde se analiza el desempeño docente e investigador de los académicos universitarios y se utiliza como herramienta para incentivar. Las IES de los países en desarrollo han identificado la investigación como un área clave en la que necesitan mejorar si quieren convertirse en instituciones de “clase mundial”, sin embargo, en lugar de incentivar la investigación y la producción de conocimiento, la performatividad ha tenido el efecto contrario y ha traído el principio de “publicar o perecer” al mundo académico.