La dinámica educativa del país se convierte en un reto cada vez más desafiante para lograr que muchos jóvenes de diferentes territorios y condiciones logren incorporarse al sistema y con ello, impulsar un futuro más promisorio para ellos y sus familias; siempre la educación será el camino para alcanzar un mayor desarrollo personal y social. Existen diversas maneras para abordar este desafío.
El Gobierno nacional, a través de sus políticas y programas, lo viene haciendo; lamento que no sea de forma equitativa en un sistema educativo mixto (público-privado). También las Instituciones de Educación Superior (IES) se han preocupado por encontrar caminos, hoy mucho más las privadas, de manera directa o con importantes alianzas interinstitucionales nacionales, entre las mismas IES o con organizaciones nacionales e internacionales.
En esta oportunidad quiero resaltar una de estas propuestas que, junto con Unicef Colombia, Uniminuto viene llevando a cabo. Se trata de un programa que busca que estudiantes de educación media avancen en su proyecto educativo a través de herramientas que les permitan tener las competencias y habilidades que requieren para cualificar mucho más su propio aprendizaje. Programas como este (Avanza+) y otros que se desarrollan en ciudades y territorios como “Jóvenes a la U”, en Bogotá, o en su momento, Generación E, en todo el país, muestran cómo es de necesaria una apuesta educativa mucho más articulada, menos compartimentada en niveles de formación y, bajo contextos más híbridos y multimodales, donde prima la experiencia en el aprendizaje profundo y trascendente.
El mundo digital nos obliga a proponer iniciativas educativas innovadoras para todos los jóvenes, sin perder la visión humanista de la educación. En el escenario de un proyecto educativo de nivel medio es cuando más se requiere iluminación estratégica para los estudiantes y sus familias en el que se deben sentar las bases para un futuro prometedor. Pero no basta con proporcionar competencias y habilidades cognitivas a los estudiantes, por ello, estos programas, muy particularmente Avanza+, se centran en desarrollar habilidades socioemocionales y orientación socio-ocupacional, para prepararlos en su trayectoria formativa para la vida, para enfrentar los retos del mundo laboral, o del emprendimiento y consolidar sus proyectos de vida. El valor de sentido de estos programas está en que miran la realidad de un país que exige enfocarnos más en lo regional o local.
Las oportunidades de inclusión educativa y de equidad mayor para todos se logran de la mano de programas como Avanza+ y otros que se introducen en el territorio nacional más olvidado, como por ejemplo, las subregiones Pdte, es decir, los municipios más afectados históricamente por la violencia, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional; igualmente tocan las nuevas “periferias existenciales” como la población migrante. Municipios como Teorama, Tibú y El Tarra en Norte de Santander, Barbacoas y Roberto Payán en Nariño y Carmen del Darién, Riosucio y Belén de Bajirá en Chocó dan muestras de unas alianzas que tienen propósito de transformación y de cambio real para las personas y condiciones de vida.
El sistema educativo se siente más interpelado a estructurar proyectos e iniciativas, bajo alianzas público-privadas, proponiendo verdaderos procesos de acompañamiento a los jóvenes durante su momento de transición hacia la educación posmedia y a la vida laboral, el cual les permite tomar decisiones informadas y racionales, a partir del reconocimiento de sus intereses, aptitudes, valores, deseos y ponderación de las oportunidades.