Pero eso fue en aquél entonces.
La razón probablemente no ayude mucho bajo las circunstancias actuales. No obstante, hasta el punto en que gente que debería ser más inteligente va por la vida declarando que el Islam es fundamentalmente incompatible con la democracia, o con la ciencia, o con las buenas cosas en general, me gustaría recomendar un libro que leí recientemente: “Lost Enlightenment: Central Asia’s Golden Age From the Arab Conquest to Tamerlane”, de S. Frederick Starr. Cubre un tiempo y un lugar del que no sabía nada: el florecimiento del aprendizaje (entre eruditos en matemáticas, astronomía, medicina y filosofía) en ciudades medievales de Asia Central enriquecidas por el comercio y la agricultura irrigada.
Tal como el Sr. Starr describe su trabajo, algunos de estos eruditos realmente prefiguraron a la Ilustración; sonaban notablemente como precursores de lengua arábica de David Hume y Voltaire. Y la imagen general que el Sr. Starr pinta es de un mundo islámico mucho más diverso en sus creencias y pensamiento que cualquier cosa que pudiéramos imaginarnos con base en los prejuicios actuales.
El deterioro económico y el fundamentalismo religioso eventualmente pusieron fin a esta ilustración. Pero dichas tendencias difícilmente son únicas del Islam.
Las personas son personas. Pueden lograr grandes cosas, o hacer cosas terribles, bajo muchos paraguas religiosos (un israelí alguna vez me dijo bromeando que “el judaísmo raras veces ha sido una religión de opresión. ¿Por qué? Por falta de oportunidad”). Es ignorante y ahistórico clamar virtudes o pecados únicos para un determinado grupo de creencias.
Comentarios bajo fuego
Durante las últimas semanas, muchos comentaristas políticos han criticado a Donald Trump y a Ben Carson (los dos principales candidatos para la nominación presidencial republicana, según las encuestas) por alimentar las sospechas contra los musulmanes de Estados Unidos.
El 20 de septiembre, durante una conversación en “Meet the Press”, de la NBC, sobre si la fe de un presidente debería ser importante para los votantes, a Ben Carson (un neurocirujano jubilado) se le preguntó si creía que el Islam era compatible con la Constitución de Estados Unidos. Contestó: “No, no creo, no lo creo. No defendería que pusiéramos un musulmán a cargo de esta nación. Absolutamente no coincidiría con eso”.
El Sr. Carson clarificó posteriormente que aunque no apoyaría a un musulmán en el cargo de presidente, no necesariamente cree que la elección de un musulmán sea ilegal. Aunque los comentaristas políticos criticaron rotundamente sus comentarios, el Sr. Carson señaló después en Fox News que sus partidarios habían respondido positivamente. “El dinero ha estado entrando tan rápido, que hasta es difícil llevarle la cuenta”, dijo el Sr. Carson.
Unos días antes, el Sr. Trump, un magnate multimillonarios de bienes raíces, fue criticado duramente en los medios luego de haber devuelto una pregunta de un partidario en un mitin de campaña en New Hampshire que dijo: “Tenemos un problema en este país. Son los musulmanes. Sabemos que nuestro presidente actual es uno de ellos. Usted sabe que ni siquiera es estadounidense … Pero de cualquier forma, tenemos un crecimiento de campos de entrenamiento donde quieren matarnos. Esta es mi pregunta: ¿Cuándo podemos deshacernos de ellos?”
En lugar de corregir las afirmaciones de esta persona sobre el historial religioso de Obama o señalar que no hay tales campos de entrenamiento, el Sr. Trump (quien frecuentemente desafió al Sr. Obama por la legitimidad de su certificado de nacimiento durante su primer mandato), contestó: “Y sabemos que mucha gente lo está diciendo, y mucha gente está diciendo que están pasando cosas malas. Vamos a estar analizando eso y muchas otras cosas”.