Realmente es patético ver a los líderes europeos clamando reivindicación luego de todo un trimestre de crecimiento positivo con una emocionante tasa anual de 1,2%.
Sólo para decir lo obvio: cuando un país ha sufrido un enorme golpe en su nivel de producción y empleo, supuestamente debe tener un largo periodo de crecimiento rápido para compensar el terreno perdido. De lo contrario, estamos facilitando demasiado la definición de éxito.
Para ilustrar mi punto, a continuación una comparación que he estado analizando. Es entre Letonia, lo más cercano que tenemos a una verdadera historia de éxito de la austeridad, dado que ha estado creciendo rápido, aunque todavía sigue muy por debajo de los niveles previos a la crisis, y otro país que no es Letonia. Vea la gráfica.
Dos grandes historias de éxito, ¿cierto? Pero ¿quién es “no es Letonia”?
Bueno, es Estados Unidos de 1929 a 1935; los datos vienen de la Edición Milenaria de Estadísticas Históricas de Estados Unidos (los datos sobre Letonia vienen del Fondo Monetario Internacional). Por extraño que parezca, la mayoría pensamos que Estados Unidos aún seguía viviendo la Gran Depresión en 1935.
Ya sé, ya sé: los letones afirman que el auge previo era insostenible, por lo que ahora de hecho están cerca del pleno empleo. Volveremos a hablar de eso en el próximo Panel de Brookings. Simplemente quiero establecer el punto de que un poco de crecimiento luego de una caída pronunciada (y para Europa, como un todo, realmente es sólo un poco de crecimiento) no es algo precisamente definitivo.
Singapur es el nuevo Chile
¿Recuerdan el debate sobre el Seguro Social en Estados Unidos en 2005? El Presidente George W. Bush acababa de volver al mando, y su campaña estuvo enfocada en seguridad nacional y cuestiones sociales (tal como me gusta decir, contendió como el defensor de Estados Unidos contra terroristas homosexuales casados) pero en cuanto llegaron los resultados de los escrutinios declaró que tenía el mandato de … privatizar el Seguro Social.
Durante la guerra de ideas que siguió, los conservadores señalaron repetidamente el ejemplo de Chile, con su esquema privatizado de jubilaciones, como brillante modelo que Estados Unidos debía seguir.
Sin embargo, resultó que a los votantes estadounidenses verdaderamente les desagradaba la idea de meterse con el Seguro Social, y la campaña de Bush se esfumó en una lenta debacle.
Y luego sucedió algo cómico: resultó que a los chilenos tampoco les gustaba su sistema; fue masivamente reformado en 2008. Según un informe publicado ese año por la Oficina de Política para la Jubilación y Discapacidad de la Administración del Seguro Social: “La piedra angular de la nueva ley prevé un sistema básico de pensión como suplemento para el sistema de cuentas individuales”.
En otras palabras, Chile avanzó su sistema de forma sustancial hacia algo que se parece a, um, el Seguro Social.
En el actual debate sobre la reforma al servicio de salud de Estados Unidos, para los conservadores Singapur ha jugado un papel muy parecido al de Chile con el Seguro Social; otra vez se trataba de un pequeño país lejano del que no sabemos nada que supuestamente tiene un maravilloso sistema de salud basado en principios de libre mercado. Tal como lo ha estado señalando recientemente Aaron Carroll, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, el sistema de Singapur es mucho menos de libre mercado y conlleva mucha más intervención gubernamental de lo que dice la leyenda.
En cualquiera de los casos, empero, ¿adivine qué?: resulta ser que los singapurenses no estaban felices con el sistema, y lo acaban de reformar de tal forma que lo hace mucho más parecido a … al Obamacare.