Analistas 23/11/2013

Sin motivo para preocuparse por Francia

Primero lo primero: Francia tiene problemas. El desempleo está creciendo, especialmente entre los jóvenes; muchos negocios chicos está teniendo dificultades; la población está envejeciendo (aunque no tanto como en muchos otros países, incluyendo, por supuesto, a Alemania).

Sin embargo, según todas las medidas que puedo encontrar, Francia no se ve muy mal bajo los estándares europeos. El PIB se ha recuperado casi a niveles previos a la crisis; el déficit presupuestal es bastante reducido y las perspectivas de mediano plazo de su deuda no espantan para nada; el panorama de largo plazo del déficit de hecho es bastante bueno en comparación con los vecinos de Francia, gracias a una mayor tasa de natalidad.

No obstante, el país es objeto de exagerados comentarios vituperativos. El año pasado The Economist declaraba que Francia era “la bomba de tiempo en el corazón de Europa”. A principios de este año, Shawn Tully, un editor de CNNMoney, escribió que Francia estaba en “caída libre”.

Éste último de hecho presentaba unos cuantos argumentos específicos, sosteniendo que Francia enfrenta una “enorme brecha de competitividad” debido a crecientes costos laborales. Veamos en el gráfico de esta página lo que obtuve con números de la Comisión Europea al comparar a Francia con toda la eurozona. Hay un poco de deterioro, supongo, pero inspira más bostezos que otra cosa.

El Sr. Tully también declaró que “la caída de Francia se ilustra mejor con el rápido deterioro de su comercio exterior. En 1999, Francia vendía alrededor de 7% e las exportaciones mundiales. Actualmente, la cifra apenas supera el 3%, y está cayendo rápidamente”.

Pero casi todos los países avanzados, incluyendo por supuesto a Estados Unidos, tienen una participación menguante en las exportaciones mundiales (Alemania es la excepción); un documento de investigación del Banco de la Reserva Federal de Nueva York publicado el año pasado (se puede encontrar en bit.ly/zHJvcs) señala que esta caída coincide más o menos con la reducción en la participación de las economías avanzadas en el PIB mundial conforme las naciones emergentes crecen, y presenta a Francia como un país más o menos típico.

Otra vez, el punto no es que Francia no tenga problemas. La pregunta es por qué esta nación apenas moderadamente en problemas atrae rebajas a la calificación de su deuda y tanta retórica apocalíptica.

Y la respuesta simplemente tiene que ser que se trata de política. El pecado de Francia no es deuda excesiva, crecimiento económico especialmente deficiente, mala productividad (más o menos ha igualado a Alemania desde 2000), crecimiento lento del empleo (lo mismo) ni nada como eso. Su pecado consiste en equilibrar su presupuesto elevando los impuestos en lugar de recortar los beneficios, a lo que se opone..No hay evidencia que indique que sea una política desastrosa, y de hecho los mercados de bonos no parecen estar preocupados, ¿pero quién necesita evidencia?