Analistas

¿Y si dejamos de bailar al ritmo del presidente Petro?

Paula García García

75 precandidatos presidenciales es una cifra exorbitante que, para unos, habla bien de la democracia colombiana mientras, para otros, es tan solo el reflejo de la decadencia de los partidos políticos tradicionales. Aunque con algo de razón de lado y lado; hay que reconocer, en momentos de crisis, que tan extenso listado confunde a un electorado ávido, como nunca, de encontrar una opción real que recoja sus afugias e intérprete su desconcierto.

A 10 meses de la primera vuelta, cada vez es más común escuchar en las calles a personas que se preguntan en dónde está esa figura con la claridad, experticia y solidez conducentes a destrabar los tantos retrocesos a los que, por estos días, insisten en someternos. Que con angustiosa razón se cuestionan cuándo tomará forma ese alguien capaz de convocar en torno a los cientos de pendientes e incumplimientos, pero que, ante todo, luchan contra la apatía propia de aquellos que se sienten incapaces de volver a creer.

Preocupa, entonces, que las energías se sigan concentrando en la confrontación que sobre la mesa quiera poner el Presidente usando de manera hábil sus interminables publicaciones en redes sociales plagadas de errores ortográficos y extraños intentos filosóficos. Ya va siendo hora de romper la enfermiza dinámica −que nada aporta−, y empezar a pedir propuestas. Entre otras cosas porque criticar exige poco esfuerzo. Proponer y enmendar requiere, en cambio, tener con lucidez el país en la cabeza.

Con la premura que amerita la incertidumbre del presente, Colombia debe pasar, de una vez por todas, a la etapa de los cómo. Trascender el dedo inquisidor y el taquillero morbo de los dimes y diretes para abrir paso a las soluciones. ¿Cómo recuperar la confianza?, ¿cómo reconciliar a una nación?, ¿cómo restablecer el orden público y retomar el control territorial estatal?, ¿cómo resguardar la soberanía energética?, ¿cómo combatir la informalidad a partir de la nueva ley laboral?, ¿cómo rescatar el sistema de salud?

Los porqués, están claros. Los, ¿de qué manera?, de cara al futuro y a la que será la línea de base para el próximo mandatario; no tanto. Imposible ignorar a Gustavo Petro, es el jefe de Estado. Estúpida petición, dirán muchos. A lugar la interpelación. No obstante, a estas alturas, la opinión pública y los mismos candidatos deberían haber descifrado la estrategia de caos en la que insiste un Gobierno que desde el primer momento aprendió a sacar réditos del alboroto nacional que generan sus cientos de anuncios apocalípticos.

Subestimar podría ser un error, es verdad; no en vano hemos sido testigos de la defensa a la institucionalidad que a bien han sabido ejercer las cortes y en algunos casos el Congreso. No en vano continuamos presenciando una administración que radicaliza su círculo cercano y sus posturas. Sin embargo; proponer, proponer, proponer, tiene que ser la consigna. ¡Ojo, propuestas, que es diferente a promesas! Sin prosopopeya, con argumentos, plan de acción, rigor y método. Lo pide a gritos una ciudadanía que hoy padece las consecuencias de una orfandad en la que nadie sabe quién lleva las riendas.

Más sustancia y menos distractora peleadera, permitirá ir decantando la lista de aspirantes y otorgará a los colombianos la oportunidad de saberse merecedores de esperanza o víctimas del hastío que los llevó a apostar por el cambio.

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