Economía de la felicidad y el bienestar
Esta semana me topé con un libro en el que preguntaba si ¿el dinero da la felicidad?. Allí hallé una cita de Henry Ford, empresario estadounidense, en la que decía “No es el empresario quien paga los sueldos. Los empresarios solo entregan el dinero. Es el cliente el que paga los sueldos”. Este mismo libro hacía un resumen sobre las mediciones de felicidad en el Reino de Bután donde miden no PIB, sino Felicidad Nacional Bruta. Lo sugestivo del libro es que mencionaban que la medida del PIB es muy relativa y no basta para conocer si un país es rico o no. Por ejemplo, a primera vista pareciera que Estados Unidos tiene un PIB mayor, pero en comparación con otros países en los que la población es menor, cada habitante es mucho más rico. ¿Entonces qué es lo que realmente estamos midiendo? Analizando los indicadores y mediciones en materia de felicidad llegué a un concepto muy interesante en el libro de Luis Gallardo, fundador del World Happiness Fest y de BE, la economía de la felicidad y el bienestar.
En su libro menciona que las economías del mundo han llevado al crecimiento de la inequidad, la pérdida de la diversidad y los problemas de cambio climático al cual nos enfrentamos hoy. Si la economía girara en torno al bienestar de los seres humanos, tomando como referencia al Reino de Bután, podría generarse un cambio. El Consejo de Europa recientemente publicó que el bienestar de las personas tiene valor por sí mismo, ¿existe entonces una forma de medirlo?
Hoy se han ido dando algunos pasos hacían esa nueva economía del bienestar, a través del surgimiento de nuevas economías. A continuación, presento varios ejemplos que comparte Luis Gallardo en su libro.
Debajo de la gran sombrilla de la Economía del Bienestar y la felicidad se encuentran: economía circular, economía naranja, y la economía verde. La economía circular es la que se enfoca en reducir, reutilizar y reciclar de productos, componentes y materias primas. Esta economía basa sus esfuerzos en el desarrollo sustentable y sostenible. La economía naranja, de la cual he hablado en varios de mis artículos, es la encargada de darle valor, canalizar y formalizar a las industrias creativas como lo son la música, artes, arquitectura, escritura, danza, tecnología, etc.
Luis también menciona una nueva economía que, para mí es completamente nueva, la economía verde en la que se valora la interconexión entre las personas y el medio ambiente. Es decir que nuestras decisiones económicas tienen un impacto en el ecosistema, allí radica la importancia de la consciencia y la toma de responsabilidad. “Los principios de la Economía Verde son: El principio del bienestar (poder crear y disfrutar del progreso y prosperidad); El principio de los límites planetarios (salvaguardar, restaurar e invertir en naturaleza); El principio de buena gobernanza (guiarse por personas responsables, resilientes e instituciones integradas); El principio de justicia (promover la equidad entre generaciones y dentro de ellas); El principio de eficiencia y suficiencia (apoyo a la producción sostenible y consumo)”.
En este sentido, el PIB no alcanza a medir lo que realmente es importante para las nuevas dinámicas sociales. Necesitamos hacer más énfasis en la salud mental de las personas, sobre todo considerando el estado en el que se encuentra la mayoría de los ciudadanos debido a la pandemia; énfasis en cómo la tecnología impacta de forma positiva y negativa la salud del ser humano; énfasis en una educación en la que las personas puedan aprender a ser sanas mental, física y socialmente, en la que haya consciencia de la importancia del bienestar y la felicidad. Tal vez si lográramos tener esa economía de bienestar y felicidad, podríamos prevenir una nueva pandemia, guerras, inequidad, desigualdad y pobreza.