Este es un momento de reflexión, de poder entender qué está sucediendo, reflexionar sobre cómo llevamos la vida, cómo actuamos y las consecuencias de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Desde el punto de vista psicológico, es evidente que muchas veces esperamos a que ocurran las catástrofes, los graves errores, esperamos a estar en el fondo de hueco para hacer un alto, reflexionar y cambiar. Es momento de reflexionar, de entender y seguir las señales o patrones, de prevenir antes que sufrir. Creo que esta situación es un sacudón que era necesario como sociedad. Razón por la que quiero compartir con ustedes algunas experiencias y situaciones que se han generado con la coyuntura, que muestran la bondad que hay en nuestro ser.
Primero, la situación ha generado consciencia. Al ir al supermercado se siente algo de solidaridad entre las personas, por ejemplo, al hacer mercado, antes si alguien se tropezaba con otro, nadie se miraba o hacía algún gesto de desagrado tratando de decir “qué le pasa… mire por dónde anda”, pero ahora se miran con tranquilidad y piden disculpas. También, aunque se ha agotado el papel higiénico, las personas están siendo conscientes en las compras, que haya y alcance para todos. Si usted fue a hacer mercado, seguro se dio cuenta de las largas filas, y que todos llevan tapabocas y guantes, aun así, las personas son más empáticas, la gente se miró, los ojos pasaron a ser conexión empática, una forma de decir aquí estamos todos. Nos habíamos olvidado de mirarnos a los ojos, hoy saludamos con la mirada. Las personas de la tercera edad han pasado a ser prioridad, lo cual es una muestra de compasión muy linda, con la que los estamos volviendo nuevamente visibles, en un mundo en que creía que ya habían cumplido su ciclo.
Segundo, gratitud. No es, sino no poder salir, para empezar a agradecer todo lo que se tiene. Esta situación ha hecho que seamos conscientes y agradecidos de poder salir a respirar aire, de tener aire puro, de poder comer, de tener trabajo estable, de tener familias que acompañen, de tener amigos, de tener personas que trabajen para nosotros y nos hagan la vida más fácil. Hacía falta agradecimiento, hacía falta consciencia de lo que realmente es importante en la vida. No tomen a la ligera las maravillas que la vida y el planeta nos dan.
Tercero, es momento de mejorar las relaciones familiares. Para algunos el trabajo se había convertido en un espacio de escapatoria o de descanso de la familia. Hace unos días leí un libro que decía que el éxito debía medirse por la cantidad de conversaciones incómodas que se tienen al día, es momento de tener esas conversaciones, llegar a acuerdos con la familia, de darles la atención que el trabajo les había quitado, de armonizar el hogar.
Cuarto, momento de ir hacia adentro, de quitarse las máscaras.
Durante años las personas han estado buscando la felicidad afuera, en el trabajo, en las cosas materiales, en la ropa, en el estatus, etc. Esta situación ha ocasionado ir hacia adentro, reflexionar qué es lo verdaderamente importante. Un ejemplo de ello, ahora que toca trabajar desde la casa y hacer teleconferencias es interesante ver cómo aquellas personas que utilizaban la ropa, el maquillaje, etc. para ir a trabajar, ahora lo hacen en sudadera relajados desde su casa: la situación obligó a quitarse las máscaras, dejar ver el ser humano que hay dentro.
Quinto, comunidad, servicio, compasión. Que este momento les recuerde la importancia de estar juntos en comunidad, de apoyarse los unos a los otros, de apoyar a aquellos que dependen de nosotros, del sueldo que les pagamos, por ejemplo, en labores domésticas que, hoy, no pueden realizar porque es mejor que se queden en casa, para que todos podamos salir de esta crisis sin mayores traumatismos. Es el momento de estar en comunidad, es el momento de poner a prueba la práctica de la felicidad.