Si bien es cierto, el ambiente condiciona mucho a los seres humanos, hay algo que no es posible delegar: la capacidad de ser felices. He oído en varias empresas a los trabajadores quejarse de su infelicidad y siempre la culpa es del jefe. Lo interesante es que cuando el jefe cambia, igualmente siguen siendo infelices.
Es allí cuando es vital analizar ¿De quién depende realmente la felicidad? Del jefe o del empleado. Observando el comportamiento de las personas al interior de la empresa, es evidente que cada ser humano solo cambia y ve la vida con otros ojos cuando está listo para cambiar. Nadie cambia por el otro sino por sí mismo. Igual, nadie es feliz por el otro sino porque quiere ser feliz.
He encontrado que hay cinco factores, que he bautizado “Los Fantasmas de la Felicidad”, que hacen que la gente se mantenga en el hueco de la amargura echándose tierra para estar más sepultado. Al igual que todos los fantasmas, persiguen a la gente a donde vaya, no hay forma de esconderse o de huir de ellos.
A continuación, les describo brevemente algunos de los “Fantasma de la Felicidad”, tema que muy pronto conocerán a profundidad en mi nuevo libro, titulado de la misma forma.
Primer fantasma: el miedo. He visto a las personas en la empresa y en su diario vivir tomar reacciones “locas”, desproporcionadas debido a miedos profundos. Por ejemplo. Están llamando a mucha gente a la oficina de talento humano, la persona piensa que la van a echar, sufre por miedo a que lo echen. Actúa reactivamente: decide tomar el dinero de la caja, y como resultado lo echan, no porque estuvieran despidiendo a la gente sino por la reacción que generó su miedo infundado. La mayoría de los miedos son infundados, por lo que es vital trabajarlos.
Segundo fantasma: la envidia. La envidia es ese sentimiento de malestar o enojo que siente alguien cuando no tiene lo que desea. Esto me recuerda a un niño pequeño haciendo pataleta. La envidia surge por una acción muy dañina que es la comparación. En la comparación, en ocasiones el otro tiene algo mejor, el jefe un poco más amable, los compañeros más hábiles, el carro un poco más caro, la pareja más linda, un trabajo mejor pago, etc.
En la comparación siempre habrá miles de razones para ver lo de los demás como mejor. Esto lo único que muestra es un desagradecimiento profundo por lo que se tiene. Empiece por agradecer lo que tiene y verifique lo que sucede.
Tercer fantasma: la negatividad. Para una empresa es muy difícil tener trabajadores o colaboradores negativos. Hay personas a las que les gusta ver lo malo en todos, criticar, juzgar y quejarse es su modus operandi. Y a veces tienen como misión llevar a todos al hueco en el que andan metidos. Cuando una persona es negativa atrae más situaciones negativas que la llevan a mantenerse en dicho lugar sin salida. En este lugar solo encontraran soledad, estrés y enfermedad. Pero es posible salir de allí. La Dra. Barbara Fredrickson decía que una persona con alta dieta en emociones positivas es más creativa, resiliente e innovadora. Es cuestión de cambiar el chip y empujarse.
Existen otros varios fantasmas, pero la conclusión que quiero compartir es que la felicidad es su responsabilidad no del jefe, los compañeros o el país. Si cada persona fuera responsable de practicar la compasión, estar en equilibrio y ser feliz, este sería el mejor lugar para trabajar y vivir.