El desconocimiento de nuestra historia y de la realidad alrededor de la industria minera nos ha llevado a inventarnos frases tan irreales como: "Colombia es un país con minerales, pero no somos un país minero".
Antes de que llegaran los españoles a América, la cultura precolombina tenía como pilar fundamental la minería. La actividad minera iba desde obtener el insumo más importante para la conservación de los alientos, la sal, hasta el tributo a mandatarios y dioses, el oro y las esmeraldas.
La conquista y la colonia se centraron en la búsqueda minerales preciosos. Lo anterior explica la ubicación y fundación de poblaciones en lugares que aparentemente no tienen una lógica geográfica, porque ciertamente obedecieron a realidades de los descubrimientos de yacimientos, acopio, rutas y puertos para exportación.
En la era republicana la minería le siguió aportando y se suman el carbón y hierro. Nuestro país estaba en el mapa de inversionistas nacionales y extranjeros, lo que se traducía también en generación de empleo, impuestos, nuevos conocimientos y desarrollo para lugares apartados, donde también se empieza a fortalecer la agricultura y la ganadería, más allá de los modelos de subsistencia. El desarrollo provocó además la llegada de extranjeros calificados en minería de Alemania y Reino Unido, entre otros.
En el siglo XX, llega la industria petrolera como nuevo conocimiento y oportunidad. Con el descubrimiento y desarrollo de campos petroleros, la necesidad de transporte y de refinación, se produce nuevos conocimientos técnicos que toman las universidades en Antioquia, Santander y Bogotá, se fortalece la presencia del Estado a lugares remotos.
Una industria que nace de la necesidad de combustible y vías rápidamente evolucionó para producir otros insumos para la calidad de vida como son el nylon, el plástico y sinnúmero de polímeros necesarios para el bienestar de la humanidad. Los equipos médicos, de comunicación, de transporte, de empaques, abonos y fertilizantes para la tierra, medicinas son beneficiados fabricados gracias a la industria del petróleo.
Cada vez son más sofisticados los requerimientos técnicos, sociales y ambientales expresados en legislaciones estrictas, y así mismo han sido las respuestas de las mejores empresas que de forma auténtica han desarrollado y adoptado estándares técnicos, ambientales, sociales y de Derechos Humanos, hacen investigación y se comprometen con la región y el país con visión de largo plazo. Por su parte vemos cada vez más comunidades que bien organizadas logran control transparente sobre los recursos que aportan las empresas para el beneficio de todos y que de forma propositiva ayudan a generar industria y empleo alrededor de la industria minero energética.
Para nuestro país son relevantes los recursos mineros y petroleros porque representan hoy la posibilidad de funcionamiento del Estado, la salud, la educación, los salarios de nuestros empleados públicos, los recursos para la jubilación digna, menores impuesto, entre otros. La buena noticia es que el potencial minero, energético y petrolero está ya en proyectos que están esperando la definiciones políticas, sociales y legales desde hace ya varios años. Sigamos construyendo nuestro país con historias de éxito; eso sí, cada más exigentes, con los más altos estándares, escogiendo únicamente las empresas más serias y reconocidas.
Nota importante: resaltar los valientes y ejemplares emprendimientos de la industria colombiana del cemento (minería de calizas) y de materiales de construcción en varias partes del país, hoy también orgullo colombiano.