La ritualización de los eventos que son importantes para la vida de las personas, las comunidades, los países y las organizaciones logra la trascendencia y la relevancia que transforma la forma de entender la realidad. Así lo vemos en todos los eventos de las diferentes religiones y culturas que se pueden comprender mejor viendo qué evento los convoca.
Los bautizos, los matrimonios, los motivos que se celebran en los días festivos, los carnavales, los festivales, los servicios religiosos, los homenajes y hasta las protestas son momentos que definen una cultura con sus creencias y valores.
Uno de esos rituales es el cuarto jueves de noviembre, día de Acción de Gracias. Este evento de origen estadounidense, el cual ha sido acogido en gran parte del mundo, tiene origen en un acto de agradecimiento de las familias que llegaron a una tierra desconocida fueron recibidos con generosidad por la tribu Wampanoag quienes les obsequiaron semillas, pescado, y como no, un pavo que se convertiría en el símbolo de una fecha que empezó a celebrar en 1621 y se conserva aún hoy dia.
La celebración fue un acto de agradecimiento a Dios por la vida y a los indios que les enseñaron a cosechar, pescar y cazar. En la Unión Americana y Canadá moviliza a lo largo y ancho de su geografía más personas que el día de Navidad. Es en Acción de Gracias donde se reúnen las familias y los amigos a dar gracias por las buenas cosas y que tienen hoy en sus vidas. La celebración incluye famosos desfiles, como el de Nueva York, los partidos de fútbol americano y el indulto del pavo del presidente de los Estados Unidos.
En nuestro país, desde hace 60 años, también celebramos un día para compartir y dar las gracias a Dios mediante el evento, ya tradicional, del Banquete del Millón organizado por la comunidad Eudista a través del Minuto de Dios. En él, personas generosas de todas partes del país hacen llegar una contribución económica a cambio de una gran satisfacción personal y un sencillo caldo y pan donde asisten el Presidente de la Republica y otras dignidades del mundo social, político y empresarial. Todo lo recibido se invierte en vivienda, comida, educación para los más necesitados y este año en particular se utilizará para la reactivación de 40.000 micro negocios de todo el país en situación de recesión, dificultad o riesgo causados con la pandemia. El recibo de donaciones seguirá más allá del día del banquete -y no sólo para el rescate de las empresas- si no también para el Banco de Alimentos que este año ha sido especialmente exitosos en la distribución en todo el país para quienes no tienen que comer gracias a la generosidad de donantes y aliados. (1'494.074 personas atendidas y 26'745.000 kilos de alimentos entregados).
En nuestro calendario de eventos seguirán el día de las velitas, las novenas y Navidad, que sin duda son las fechas más importantes para la unión de las familias, la exaltación de nuestra cultura de amor, reconciliación, generosidad, gratitud y buenos deseos alrededor del fogón de cada cultura regional. Todo ello transmitido de generación en generación con el ejemplo nuestros abuelos y padres.
Para este año no la tenemos fácil pues la realidad económica de muchas familias, las concentraciones tumultuosas para regalos y viajes, los encuentros y las celebraciones están en contra de esos momentos íntimos que nos enseñan, nos nutren el alma, confortan las creencias y nos ayudan a entender el verdadero significado y misión de la vida.
Este año más que nunca debemos planear con disciplina y prudencia lo que queremos hacer sabiendo que son muchas personas que necesitan, que no tienen que comer, ni forma para cumplir con sus obligaciones formales y menos sociales y familiares. Para aquellos que sí tenemos los medios y las posibilidades, la expresión de gratitud con la vida y con su Dios debe ser dando con generosidad a quienes más necesitan de nuestra ayuda, brindando solidaridad, amor y compañía con la familia, con los amigos, con los cercanos y con quienes no conocemos pues seguramente ellos no tiene ni familia, ni amigos, ni cercanos que les pueda dar ni alimento, ni techo, ni compañía ni comprensión. Esa forma de gratitud será la enseñanza más grande de nuestra generación a nuestros hijos, nietos y sociedad que está cansada de divisiones y violencia.