Ni la inteligencia artificial podrá superar las estrategias y acciones como las de la operación Postmaster, llevada a cabo por el Special Operations Executive (Ejecutivo de Operaciones Especiales), conocido como SOE. Este equipo, dirigido por Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, realizó hazañas inigualables.
Esta unidad estaba conformada por 13.000 agentes, altamente entrenados y dispuestos a dar la vida. Si eran descubiertos, podían resistir torturas, campos de concentración o la pena capital con la absoluta certeza de que Inglaterra no respondería por ellos.
Con licencia para matar, al estilo de James Bond 007, utilizaban tácticas no convencionales. Este grupo de comandos también disponía de equipos y logística desarrollados especialmente para ellos, donde la ficción se hacía realidad con avances tecnológicos, armas y artilugios ingeniosos que los ayudaban en sus misiones imposibles. Entre estos se encontraban maletas que eran equipos de comunicación con encriptaciones, trajes con armas escondidas y toda clase de explosivos y trucos cinematográficos para evadirse.
Estos comandos solían arribar de incógnito a los países invadidos por los nazis, o secretamente en paracaídas por las noches, donde eran asistidos por los aliados locales con armamento para sabotajes, atentados a personas, destrucción de fábricas de material bélico, instalación de grupos de espionaje y sistemas de comunicación para transmitir información a los aliados. En conclusión, la organización tenía patente de corso para acabar con las intenciones de Adolf Hitler de someter a toda Europa al dominio del nacionalsocialismo del Tercer Reich.
La Misión Postmaster se llevó a cabo en enero de 1942 en Guinea Española, hoy Guinea Ecuatorial. El grupo comando británico debía capturar tres barcos enemigos que se encontraban en el puerto de Santa Isabel, hoy Malabo, los cuales tenían la misión de abastecer a los submarinos alemanes que operaban en la región.
En el mencionado puerto de Guinea estaban fondeadas tres embarcaciones que pertenecían a países del eje del Tercer Reich: dos naves alemanas, Likomba y Bibundi, y el barco de pasajeros con bandera italiana Duchessa D’Aosta. Esta última embarcación contaba con un sofisticado sistema de radio y llevaba en sus bodegas mercaderías, pero la inteligencia británica sabía que también transportaba armas y municiones.
Había evidencia de que los submarinos alemanes, los U-Boats, atacaban barcos mercantes británicos, estadounidenses, franceses y de los países aliados que transitaban por el Atlántico con mercancías y alimentos hacia el Reino Unido. Por ello, Churchill ordenó la Operación Postmaster diciendo: "Si ellos cortan nuestra cadena de suministros, nosotros cortaremos los suministros de los U-Boats".
Así fue como la noche del miércoles 14 de enero de 1942, a las 23:30, ejecutaron el plan. Un grupo comando de 40 hombres capturó las dos naves alemanas y otro abordó el vapor italiano. Mientras tanto tres españoles al servicio británico invitaron a los oficiales italianos y alemanes a divertirse la noche del asalto, reduciendo así su capacidad de reacción.
Esta historia ha sido recopilada de los archivos británicos accesibles después de 50 años y por investigaciones de National Geographic, y recreada en la película “Guerra sin Reglas”, recién lanzada.
En estas latitudes, nadie podrá olvidar las operaciones que, con el liderazgo del más alto gobierno, la más avanzada tecnología, la mejor inteligencia, el apoyo de las comunidades, el cumplimiento del DIH y el más estricto entrenamiento de los mejores hombres y mujeres, se realizaron con éxito operacionales como Jaque y Camaleón, cuyo objetivo fue rescatar personas secuestradas, torturadas y abusadas, y otras como Fénix, Alcatraz, Sodoma y Armagedón, que lograron torcerle el pescuezo a los grupos que tenían amedrentado un país. Eso también explica el porqué el Ejército , la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía colombianas son instituciones tan respetadas, admiradas y apreciadas.