El calor que nos sobra son los árboles que faltan
La atención de los recursos y las conversaciones siguen distraídas con la obsesión contra el CO2, cuando el foco debe ser el cuidado de los bosques y las fuentes de agua. Esta situación está llevando a una crisis en la capacidad alimentaria de la humanidad.
Según los investigadores, la producción de alimentos se concentra en un número reducido de países que, gracias a los subsidios, están acaparando los mercados mundiales. Como consecuencia, muchas naciones están perdiendo su propia seguridad alimentaria, de forma similar a lo que ocurre con la seguridad energética en países que, a pesar de tener recursos naturales, están importando, además de alimentos, gas, petróleo, minerales e incluso electricidad.
Lo que ya se avizora son alimentos a precios elevados debido a la escasez de agua y sus altos costos. El Instituto de Recursos Mundiales encontró que una cuarta parte de los cultivos del mundo se siembra en lugares donde el suministro de agua está bajo estrés. Un segundo estudio, de la Comisión Global sobre la Economía del Agua, concluyó que la mitad de la producción mundial de alimentos se localiza en áreas donde se prevé una disminución en la disponibilidad de agua. Un tercer estudio, de la Agencia Ambiental de la Unión Europea, señaló que incluso áreas tradicionalmente húmedas enfrentan una tendencia a secarse.
Los estudios y la evidencia muestran que en los países Amazónicos se están presentando fenómenos de escasez de agua; además, enfrentan cada vez más el aumento de los precios de los alimentos y están perdiendo competitividad en sus productos de exportación, fundamentales para las industrias agropecuarias que generan empleo, impuestos y bienestar. Entre estos productos se encuentran el café, azúcar, banano, aguacate y carne, entre otros.
En China y el sur de África, los fenómenos de La Niña y El Niño han afectado este año la producción agrícola y en la Unión Europea, donde el sector agropecuario es el mayor consumidor de agua, el calor y la sequía ya están impactando la producción de alimentos.
Diez países, incluidos Estados Unidos y China, producen casi las tres cuartas partes de los cultivos más irrigados del mundo y dos tercios de estos cultivos ya enfrentan lo que el Instituto de Recursos Mundiales denomina “niveles altos a extremadamente altos de estrés hídrico”.
En los países desarrollados y en las empresas exitosas se llevan a cabo procesos de identificación de riesgos, amenazas e impactos. Las estrategias y recursos de todo tipo se enfocan en asegurar de manera proactiva valores superiores como la vida de las personas y la integridad del negocio y su entorno. Asimismo, se definen planes y acciones para prevenir, manejar y controlar los impactos negativos derivados de sus acciones y decisiones, así como para potenciar y mejorar los impactos y externalidades positivas.
Bajo esta lógica, es responsabilidad de todos cuidar los bosques, invertir en tecnología y fomentar una cultura de cuidado del agua. Así mismo debemos ser consumidores responsables de los productos nacionales y, por último, pero no menos importante, exigir a los gobiernos que enfoquen todas las inversiones en asegurar las soberanías alimentaria, energética e hídrica. Todos tenemos la responsabilidad, ante esta y las futuras generaciones, de hacer un buen uso de las riquezas que nos brinda la naturaleza. En una frase: Las riquezas son para coger y asegurar que el agua y la vida puedan correr.