La persistencia de los empresarios colombianos, -subsistencia, familiares, pequeños, medianos y grandes- sigue empujando el crecimiento del país, logrando sus sueños y sacando familias adelante con mejor calidad de vida, oportunidades de estudio y salud. Esto se da pese a que el Estado burocrático y anacrónico, que cuenta con unos funcionarios temerosos de los entes de control y medios de información que van en busca de noticias y de culpables (y no de soluciones), le quitan la velocidad a las necesidades que requieren la competitividad, las innovaciones, la tecnología y las ganas de formalizarse a los emprendedores y empresarios que están creciendo.
Por la parte privada, el gran bloqueo de esta libertad de empresa son los costos y condiciones del sector bancario en la negación más absurda de una lógica económica, capitalista y de pensamiento de sostenibilidad en el largo plazo; pareciera ser que el único grupo de interés de algunos banqueros fueran los accionistas, pues los clientes que les entregamos nuestro dinero, les pagamos las tarjetas de crédito, pagamos los préstamos y les confiamos nuestras pensiones, no recibimos el trato amable, digno y decente que merecemos como grupo de interés que les hace viable el negocio. Eso explica en parte la decisión que acertadamente están implementando con sistemas de crédito propios los proveedores de bienes y servicios que además de tener mejores condiciones de financiamiento; tienen menos requisitos y más valores agregados.
Si comparamos los crecimientos de los diferentes sectores de la economía durante 2019 se esperaría una correlación entre el desempeño de las empresas y la del sector bancario, situación que se vuelve contra intuitiva.
Veamos por qué: mientras el crecimiento positivo de las empresas es de un discreto 3,4% la evolución de las exportaciones fue negativa en -5,6%. La producción real de la industria (hasta noviembre) bajó de 2,3% en 2018 a 1,7% en 2019; el censo de edificaciones (áreas en proceso año corrido en millones de metros cuadrados, hasta septiembre) fue también negativo en -2,9%, todo esto en contraste con las ganancias del sector financiero (en millones de millones de pesos, hasta noviembre) tuvo una variación positiva de 28,6%.
La situación anterior debe servir para que tanto los bancos como la Superintendencia Financiera, los gremios de la producción y el mismo Gobierno recuerden la responsabilidad que tienen frente a los clientes que les damos y confiamos los recursos; a los usuarios que son el soporte de la economía a través de la producción y consumo de bienes y servicios; así mismo frente a la responsabilidad social que tienen con los sectores primarios que soportan la economía como son la agricultura, la ganadería, las energías, el sector de minas y petróleo y, no menos importante, el de vivienda.
En cuanto a los usuarios debemos ser más observadores de la calidad y ética de los bancos, fondos de pensiones y sus propietarios no solo en cuanto a servicios y tarifas de los mismos, pues los costos son absurdos. En este momento son mas atractivas las opciones de créditos en los lugares de consumo y hasta servicios públicos que tienen líneas para electrodomésticos y consumo, entre otras. Incluso, permiten consultar las condiciones de los préstamos y la posibilidad de negociarlos.
No debemos olvidar que podemos -y debemos- quejarnos y dejar evidencia ante la superintendencia bancaria y de Sociedades de todos los excesos, maltratos, abusos y desinformación de las instituciones financieras. Pero lo más importante es el compromiso ético de los bancos pues los que han estado inmersos en situaciones de corrupción, desorientacion y delitos no debe ser nunca de nuestra elección.