La riqueza y la constante evolución de los idiomas, influenciados por la tecnología, otras lenguas, los productos que se vuelven genéricos y hasta las nuevas palabras derivadas de distintas situaciones, harían que nuestros abuelos quedaran en babia, pues no entenderían un ápice de lo que hoy decimos.
Si a lo anterior le sumáramos el mal uso del idioma y las palabras de moda que se repiten como estribillos o como formas de adjetivación, que también se vuelven costumbre en los jóvenes, en los que quieren aparentar juventud y en los nuevos líderes y políticos podríamos concluir que esta jerga es avasalladora hoy y, ojalá, no se convierta en costumbre en unos pocos años.
Entre los gazapos más simpáticos están los pleonasmos, que son como ponerle dos capas de mantequilla a la tostada, por si la primera no fuera suficiente. Se trata de usar palabras redundantes, de esas que no aportan información nueva, pero que, por alguna razón, nos parecen necesarias.
Si alguna vez le ha sonado raro escuchar frases como “sube para arriba” o “sal para afuera”, es porque ha encontrado a uno de esos traviesos de la lengua. Esa curiosa figura retórica que consiste en añadir palabras que, aunque no lo crean, ya estaban implícitas.
Expresiones como "subir para arriba" son un clásico, como si existiera la opción de subir a otro lado, y de la misma forma pero en sentido contrario, “bajar para abajo”, por si a alguien le queda alguna duda de hacia dónde debe bajar. No vaya a ser que alguien intente bajar para arriba.
Otras bastante comunes son “cállate la boca”, una aclaración inútil a menos que el silencio sea tan profundo que afecte otras partes del cuerpo. También se escucha “sal para afuera”, pues no hay forma de salir para adentro, o “Lo vi con mis propios ojos”, porque la otra opción sería haberlo visto con los ojos de alguien más. Aunque, pensándolo bien, eso sería muy útil para asistir a reuniones y eventos sin estar presente físicamente.
“Volver a repetir” cuando la acción de repetir ya implica hacer algo otra vez si lo volvemos a repetir implica hacerlo dos veces o más. También están las anotaciones en los noticieros con expresiones como: “accidente fortuito”, “protagonista principal”, “testigo presencial”, “deambular sin rumbo”, “campus universitario”, “regalos gratis”, “hueco por dentro” o “volar por los aires”, como si pudiéramos volar de otra forma.
Los políticos actuales, con su estilo prolífico en palabrejas, comparaciones y culpas, también nos regalan pleonasmos interesantes como: “mi opinión personal”, “hechos reales”, “réplica exacta”, “erradicar de raíz”, “supuesto hipotético” y la más reciente: “embajadas extranjeras”.
Los famosos también tienen los suyos. Shirou Emiya, protagonista de la novela japonesa animada Fate/stay night, se hizo famoso con la frase: “La gente se muere cuando la matan”. Seguramente, la expresión tenía una intención dramática, pero terminó siendo un pleonasmo que muchos aprovecharon para bromear en redes sociales. Incluso el mismo Jorge Luis Borges afirmo que "Lo que es realmente cierto es que..., Borges maestro de la literatura ¡Como si algo "cierto" pudiera no ser "realmente" cierto!
Para terminar, en el Caribe hay una historia de un señor que le dijo a su amigo: “Mira, tengo un uñero en la uña”, a lo que el interlocutor le respondió: “Ilústrate, eso es un pleonasmo”. Y el primero corrigió diciendo: “Mira, tengo un pleonasmo en la uña”.