El país debe desarrollar una narrativa positiva, fresca e inteligente pues es claro que la pérdida en vidas, salud, tranquilidad y la destrucción de bienes públicos, privados y la perdida trabajo de muchas personas a causa de la irresponsabilidad no tiene ninguna justificación.
Con estupor se ve como algunos políticos e incentivadores de lo que ha venido sucediendo cantan victoria de logros del paro cuando todo el país perdió a niveles nunca vistos queriendo justificar como victoria el retiro de una propuesta de una reforma para sacar a los más pobres de su calamitosa situación y de otra propuesta referida a la salud, que pocos estudiaron, pero que usaron como florero de Llorente, para exacerbar el odio, la rabia y la energía acumulada por la angustia y consecuencias de la pandemia.
A todas luces es irresponsable bloquear las vías por donde se mueve la salud, los alimentos y el trabajo de todos, es un atentado salir masivamente durante la prevención y manejo de contagios de covid, los resultados ya se están viendo en el número de contaminados, de fallecidos, de vacunas perdidas, de gente no vacunada, de sistema de salud reventado, de miles de personas asociados al sistema de salud superando los límites de su aguante por la irresponsabilidad. Así mismo, en la pérdida de trabajo de miles de colombianos que estaban tratando de levantar cabeza o simplemente llevar el sustento a sus hogares; también todos vemos con estupor la pérdida de productos, alimentos, el incendio a empresas, instituciones, vehículos de transporte público y ambulancias.
Es urgente aprender de estas tragedias provocadas, entender los límites del derecho a la protesta que atenta contra los derechos civiles y fundamentales de la mayoría de la población y así mismo aclarar los deberes de quienes protestan. Aceptemos que de este fandango al día de hoy todos estamos cansados y maltrechos, pasemos la página con vergüenza, pero con inteligencia para construir un nuevo capítulo donde no nos puede volver a suceder lo mismo, donde se sabe en qué se debe mejorar la esencia de la democracia en Colombia escogiendo mejor a los que representan al ciudadano del común en las instancias de gobierno en la comunidad, en el municipio, en el departamento, en el Congreso y en el ejecutivo.
Reconozcamos que debemos exigir la aplicación de la ley por una rama judicial honrada y cercana a la realidad del país y, por último, un cambio total de una rama legislativa que se vio que no representa nada diferente a sus intereses, que son paradigma de corrupción y que creen que lo que el país necesita son más leyes a cambio de más ética en su servicio al país, más realidad para mejorar la calidad de vida de quienes representa y más trabajo para entender las necesidades sociales, ambientales y económicas.
Hay que escuchar a los jóvenes y apoyar las iniciativas que están identificando las buenas propuestas*, ayudar desde cada rol a reconstruir el tejido social a generar mucho trabajo decente, a ser vector y ejemplo del cuidado de la vida y el bienestar de todos.
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