Los sectores de minería y de petróleo y gas en esencia son rurales, en lugares alejados, con deficiencias de infraestructura y en el caso de los países del tercer mundo la ausencia del Estado se refleja en los niveles más precarios de servicios básicos, de salud, educación y capital social.
El reto para las empresas que quieren ser exitosas son: entender que la viabilidad de los proyectos es del nivel más estratégico de la organización, que son las comunidades las que deben incluir a las empresas, que los tiempos son los tiempos de las comunidades, que la interlocución válida es con los líderes que han elegido democráticamente la misma comunidad y que la institucionalidad siempre debe ser garante y deben estar en terreno acompañando los procesos. Un proyecto exitoso es cuando todos los involucrados conjugan los verbos en primera persona del plural.
Más de 30 años trasegando en los escenarios y condiciones mas increíbles reafirman la hipótesis anterior y enseñan que cuando las conversaciones se hacen desde el gobierno y burocracia central, con interlocutores ajenos a la comunidad o con los grandes políticos que fungen como representantes de las comunidades y/o con periodistas picapleitos, el proyecto se distrae y malogra. Casos en la vida real se escuchan en todas partes con lamentaciones de las comunidades marchitas y con culpas a los oportunistas, pero siempre tardíamente pues los proyectos, los recursos y la importancia de la región se van para otras latitudes llevándose de la mano el empleo digno, los programas sociales y educativos, la participación social, el empoderamiento político y hasta la misma presencia del Estado.
Casos de éxito en Colombia hay también muchos y los cuales han llevado al país a los mejores escenarios económicos, ambientales y sociales y que son reconocidos en el mundo por su capacidad de generar externalidades positivas como son todo el sistema de generación, transmisión y distribución de energía hidroeléctrica, haciendo del país un referente y a las empresas y modelos empresariales empresas multilatinas. Así mismo proyectos e infraestructura petrolera y minera que no sólo ha sido el soporte económico del país sino también el vector de mejoramiento ambiental, ejemplos mundiales y de crecimiento económico y empresarial con varios casos de estudio en las mejores universidades del mundo.
Lo anterior contrasta con lo dicho por algunos galanes de telenovela y personas de la farándula en decadencia que por su poco conocimiento, o por su afán de figurar, o por sus fuentes informales de información casi siempre descontextualizadas o con intereses políticos les han convencido. Lo cierto es que no hay sectores más regulados, con más estándares de cumplimiento, con más escrutinio experto en lo técnico, lo ambiental, lo social y en cumplimiento en derechos humanos que los mineros, petroleros y los eléctricos.
La capacidad de aprendizaje de esos sectores, la solvencia de los equipos estratégicos de tomadores de decisiones y de quienes trabajan con las comunidades, los procesos y las herramientas para monitorear y analizar en tiempo real los riesgos para asegurar el bienestar de las comunidades, el ambiente y el negocio, hoy invitan a pensar cómo asegurar la energía, los insumos mineros indispensables para mejorar la calidad de vida de la especie, el cumplimiento de las metas relacionadas con el cambio climático, el fin de la pobreza, el hambre cero, la paz, la inclusión y la justicia.
Reconociendo el aporte de estos sectores debemos retar lo convencional desde las empresas para asociar a las comunidades más allá de los ineficientes inversiones de los impuestos y obligaciones de ley para migrar a un modelo donde de verdad las comunidades, los gobiernos locales y las empresas pueda conjugar los verbos de éxito en primera persona del plural ... aquí todos ganamos, aquí todos aportamos por la viabilidad de los proyectos de interés nacional, aquí entendemos que el emprendimiento, la propiedad privada y la generación de empresas son un derecho que nos genera progreso y bienestar.