Los valores y las creencias bien expresadas sirven para cohesionar, acercar y unir las personas desde sus propias cosmovisiones y micro espacios. Esto es fácilmente visible en los cumpleaños, funerales, eventos religiosos entre otros, donde las personas reafirman su circulo social que permanece a lo largo de los años. Cada uno escoge y generosamente se reúne con las personas que acercan a sus vida a mejorarla, a multiplicar alegrías, esfuerzos y bendiciones.
Una de las características de hacer especiales los momentos importantes y reunirse en torno a su memoria es que trascienden en el tiempo y en el espacio y tienen poder transformador positivo. Vemos que países construidos por personas de orígenes geográficos diferentes, diversidad de razas, condiciones, creencias y gustos terminan unidos en un entendimiento colectivo y superior como es el caso de algunos países de Suramérica, Canadá y los Estados Unidos. Vemos como sus expresiones evidencian una cultura que los identifica y los hace tener sentido de pertenencia, honorabilidad y orgullo.
Grandes instituciones como las comunidades religiosas, las educativas, las fuerzas militares, las grandes empresas y hasta movimientos sociales y políticos a través de eventos y otras expresiones colectivas convocan y unen a través de momentos especiales donde se exalta lo que les da la identidad. Las fechas patrias con desfiles, los rituales religiosos, las condecoraciones en planteles educativos, empresas e instituciones de todo tipo tienen rituales que unen y logran sentimientos que los unen en torno a un ideal común. Es decir, multiplica los esfuerzos individuales para lograr una semejanza en torno a si mismos.
En estos meses hay fechas que nos traen ritos y rituales muy apreciados. Estos separan la cotidianidad, el materialismo y banalidad por la espiritualidad y la trascendencia, como son el día de Acción de Gracias, donde las familias hacen una cena para agradecerle al Creador por todo lo bueno que ha pasado durante este año, empezando por el regalo de la vida, de la salud, la familia, el trabajo y los alimentos.
Todo esto lleva a agradecer lo bueno, aun a pesar de lo malo como la pandemia que se ha llevado seres queridos, ha mermado la salud de muchos, ha quitado tranquilidad, trabajo y felicidad, pero también nos ha dejado la conciencia de la fragilidad, la vulnerabilidad y la importancia del apoyo de familia y amigos.
En este fin de año no se debe perder lo que se aprendió durante esas duras pruebas que nos trajo el Covid y del vandalismo que agravó los contagios, las muertes y la situación de pobreza, salud y vida de tantas familias con niños y ancianos.
Todos en la medida de las posibilidades debemos ayudar a covid black tantas personas con necesidades multiplicando las oportunidades de trabajo, estudio con becas, donación de alimentos y/o asistencia directa o a través de organizaciones expertas que tienen la capacidad de seguir multiplicando los beneficios hasta hacer milagros como son los bancos de alimentos de las Arquidiócesis, las fundaciones conocidas en todas las regiones o las iniciativas de carácter nacional como el Minuto de Dios o Solidaridad por Colombia entre otras que tienen trayectoria y presencia nacional. La mejor manera de multiplicar la felicidad es compartirla con los demás.
Entre todos desde el día de Acción de Gracias en noviembre hasta la navidad debemos propiciar e impulsar la costumbre hasta que se vuelva parte del rito y de la cultura, que en estas celebraciones se hagan acciones destinadas a multiplicar las posibilidades y ayudas a los necesitados y desamparados para que puedan tener posibilidades concretas, alegría y esperanza. ¡Animo! No hay ayuda pequeña ni inútil.
Bien dijo Paul Scherrer*,la felicidad se multiplica al dividirla!
*Paul Hermann Scherrer 1890-1969 director de la facultad de Física de Escuela Politécnica Federal de Zurich ETH