La única conversación en estos días en Europa está asociada a lo que esta pasando en Naciones Unidas con Rusia y los impactos en la paz en el continente europeo. Por un lado, los movimientos de protesta en las calles ante la llamada e incorporación de los reservistas y amenaza de uso de armas nucleares; por otro lado, la crisis alimentaria en África por la falta de cereales; y, por último, pero no menos importante, la inminente crisis energética en los países durante el invierno.
En Rusia los pasajes aéreos están agotados, los reservistas se están reincorporando, más de 1.500 detenidos por protestas, la FED aumento las tasas de interés con impacto a la baja en la economía mundial, los ingleses volvieron a fracking con sentido de urgencia y en Suiza, cuya matriz energética es mayormente hidroeléctrica y de centrales nucleares, el plan A es apelar a su capital y disciplina social para tener una reducción hasta del semestre de invierno.
Una medida es invitar a hacer un ahorro voluntariamente, reduciendo un grado menos la temperatura en sus casa y negocios, iluminación de edificios y monumentos. También invitan a volver al uso de petróleo, pues gas no hay. En Alemania, Francia y eventualmente en Italia las prohibiciones estarán en no tener publicidad luminosa, en restricciones en la industria, el comercio y la máxima temperatura en edificios públicos y casas no podrán superar los 19 grados centígrados.
En Suramérica las conversaciones deberían estar en la comprensión de sus fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades como país económica, ambiental, social y cultural para unir todos los esfuerzos, recursos y conocimiento del sector privado y público y así asegurar hacer las estrategias para predecir, prevenir y mitigar los riesgos y las amenazas, pero también identificar las oportunidades para poder seguir la senda del bienestar, las libertades, la inclusión y el progreso de estos países que venían despegando con tanto esfuerzo. Los dirigentes y empresarios deben entender esta coyuntura mundial de una globalización y orden mundial cambiante como una oportunidad.
Expuesto lo anterior, los países amazónicos deben tener estrategias conjuntas para convertir el cuidado del Amazonas en una oportunidad económica, social, cultural y científica para potenciar este ecosistema vital para la existencia de la especie humana. Los países con riquezas naturales renovables y no renovables (gas, el petróleo y minerales) saber utilizarlas para mejorar y asegurar la calidad de vida de todos, aumentar las ventajas competitivas para los empresarios, los recursos de inversión social y de infraestructura, el pago de los costos del gobierno y bajar la presión impositiva para los ciudadanos y empresas.
Así mismo, los países con riquezas hídricas y vocaciones agropecuarias deben trabajar en la seguridad alimentaria utilizando el conocimiento, experiencia y los recursos para asegurar la conectividad vial y tecnológica. En términos de conocimiento y cultura, es importante reconocer los grandes valores que hacen la diferencia que son patrimonio, forma de entender la vida y de unir en su diferencia cada país.
En el caso de Colombia las oportunidades son todas, en posición geográfica, en potencial agrícola, pecuario, turístico, cultural, minero energético por lo que ya es hora de cambiar las acciones y las conversaciones que aún están con un retrovisor del tamaño de un vidro panorámico y un panorámico del tamaño de un espejo retrovisor.