Abogado, escritor, culto orador y político Maximilien François Marie Isidore de Robespierre fue diputado miembro del consejo de los Jacobinos (Republicanos, defensores del derecho al sufragio, la soberanía popular y de un Estado fuerte) y presidente de la Convención Nacional en dos oportunidades y del Comité de Salvación Publica que gobernó Francia en el periodo de la revolución francesa conocido como del Terror donde murieron 17.000 personas en la guillotina, conocida como la “Navaja Nacional”, entre esos el rey Luis XVI, la reina María Antonieta archiduquesa de Austria, el científico, químico y biólogo Antoine Lavoisier, el poeta André Chéiner, la feminista Olympe de Gouges (autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana) , el periodista Camille Desmoulins con su esposa Lucile y su mejor amigo Georges-Jaques Danton a quien Robespierre le había escrito una carta donde le afirmaba “te quiero más que nunca y hasta la muerte”.
Inspirado por las ideas de la Ilustración, pregonaba la igualdad, la libertad y la justicia para todos los ciudadanos y pese a sus propios miedos y dudas lo plasmó en su discurso sobre los derechos del hombre, pronunciado en 1791, en donde también abogaba por la abolición de la esclavitud que posteriormente se aprobó con un decreto histórico donde declaraba la abolición de la esclavitud en el imperio francés. Sin embargo, esta victoria fue efímera, ya que la esclavitud fue restablecida tras su caída en 1794.
Otra línea de trabajo de Robespierre fue la promoción de la educación y la cultura como pilares fundamentales de una sociedad justa y equitativa. Durante su breve mandato en el poder, promovió la expansión de la educación y el fomento de la cultura, convencido de que una sociedad educada era fundamental para el progreso social.
Colmado de miedos, sospechas y prejuicios a medida que la Revolución Francesa hizo que se tornara más radical, Robespierre emergió como el líder y principal arquitecto del Reinado del Terror donde las acciones se ampararon bajo la “Ley de Sospechosos”. Entre 1793 y 1794, alrededor de 20.000 personas asesinados por supuesta deslealtad al gobierno revolucionario, en un clima de paranoia y violencia generalizada donde 8,5% eran de la nobleza, el 6,5% del clero y el 85% personas del común donde se estima que el 9% eran mujeres.
En el péndulo del poder se balanceaba entre la hipocresía y la corrupción situación que arrasó con los discursos de igualdad y justicia, y fue así como poco a poco Robespierre y otros líderes revolucionarios se vieron envueltos en acusaciones de corrupción y abuso de poder, señalados, denunciados, condenados y guillotinados por los mismos copartidarios y estamentos del poder.
La paradoja del legado de Robespierre en la historia de la humanidad fue la defensa de los Derechos Humanos y la igualdad que inspiró movimientos posteriores en todo el mundo, incluyendo la lucha por los Derechos Civiles, el derecho al voto y la democracia, la libertad de prensa y la abolición de la esclavitud. Su visión de una sociedad más justa y equitativa sigue siendo la mayor prioridad y trascendencia en la sociedad contemporánea, recordándonos la importancia de la lucha constante por la libertad y la dignidad humana.
Este ejemplo también le trae a la memoria del mundo entero que incluso los líderes más idealistas pueden sucumbir a la tentación de la fama, el poder y el dinero, pero también inspira a la humanidad a seguir exigiendo y luchando por un mundo más justo, humano y democrático.