Analistas 11/05/2021

Lo pequeño también es solución

Regino Navarro Ribera
Consultor empresarial y coach

Al igual que con la pandemia también de la situación de violencia social que vive el país pueden surgir cosas positivas si existe esta disposición. Quisiera detenerme en una mirada concreta que se podría llamar ‘de la conciencia a la esperanza’. Es una buena ocasión para asumir e interiorizar un modo nuevo de ver cosas sabidas de siempre, pero que se perciben y se sienten de un modo más profundo, realista y comprometido. Una buena ocasión para permitir que hechos de siempre interpelen nuestro ser más profundo, de tal forma que afecten los pensamientos, los sentimientos y que sean capaces de movilizar nuevas energías, quizá escondidas.

Conciencia, por ejemplo, de que la violencia genera más violencia. La historia de la humanidad así lo muestra. Parafraseando esta frase se podría afirmar que las injusticias generan otras injusticias. Si existe injusticias sociales es probable que surjan antes o después otras manifestaciones de injusticias contra personas e instituciones inocentes. Con la pobreza suele coexistir la rabia, el desespero y la impotencia. No todo el mundo tiene la capacidad de enfrentar la pobreza con espíritu de superación, sobre todo si no ve ayuda por ninguna parte ni oportunidades de surgir.

Para que exista esta nueva conciencia es necesario poseer la capacidad de formarse un juicio objetivo y de asumir posturas bien pensadas y sustentadas, sin que la manipulación condicione o anule la claridad mental y la serenidad del ánimo. La manipulación es un fenómeno que impide pensar con objetividad, que suscita los peores sentimientos del ser humano, y que por eso suele estar en el centro de las situaciones de violencia social.

Todos estos hechos están siendo analizados por expertos y no hace falta escribir más.

Sí hace falta, en cambio, proponer soluciones al alcance de todos. Las soluciones posibles, viables, suelen ser las personales. La solución que quiere aportar estas líneas es la de contribuir a la esperanza, que es el motor que inspira y motiva a las personas, a las organizaciones, a la economía y a la sociedad en general. La esperanza surge de poseer una visión clara de un futuro mejor, un propósito inspirador. Una propuesta, aunque genérica y repetida mil veces, es la de construir una Colombia más humana y justa. Una sociedad más humana es aquella en que se respeta la dignidad de todos los que la integran. Y una sociedad más justa es aquella en la que todos los ciudadanos tienen acceso a alimentos, vivienda y servicios primarios. Además, debe existir igualdad de oportunidades para todos, sobre todo en educación.

Y aquí es donde interviene la conciencia profunda y comprometida. En la mayoría de los colombianos existe la posibilidad de hacer algo concreto, aunque pequeño, para lograr una sociedad más humana y justa. Por ejemplo, valorar, respetar y proporcionar cercanía emocional a quien está al lado, sin distinción de clase social, ideología o credo. Y, al tener enfrente a una persona con necesidades urgentes, actuar con solidaridad real y material que contribuya a solucionar algún problema, aunque sea mínimo. Si después de lo que hemos vivido en el país, seguimos haciendo lo mismo que antes, todo seguirá igual. En cambio, cuando se realiza una acción positiva, grande o pequeña, se contribuye a generar esperanza, que es el motor de la regeneración. Lo pequeño no solo es hermoso, es también solución.

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