Liderar en medio del temblor
En tiempos de incertidumbre económica, cuando los mayores desafíos económicos en años ocupan titulares y las proyecciones tienden a la baja, muchas empresas toman una decisión que parece racional, pero que es profundamente miope: se repliegan.
Se frenan nuevas contrataciones, se congelan ascensos, se suspenden inversiones en talento y se opta por “guardar caja” como mecanismo de protección. La lógica parece impecable: reducir riesgo, conservar margen, esperar a que escampe. Sin embargo, cuando el líder del mercado actúa así, envía señales de miedo al mercado, multiplica la incertidumbre y acelera la desaceleración.
¿Cuál debería ser la responsabilidad de una empresa líder cuando todo tiembla? La respuesta es clara: liderar, no esconderse.
Los líderes de mercado no solo tienen participación, marca o reputación. Tienen poder simbólico. Lo que hacen, y cómo lo hacen, modela el comportamiento del resto del sistema. En contextos difíciles, tienen la responsabilidad de usar su posición para marcar el ritmo, no para desinflarlo.
Hay una diferencia fundamental entre proteger una empresa y proyectarla hacia el futuro. El líder que elige invertir en capital humano cuando todos recortan y decide estar más cerca de sus clientes cuando otros se alejan está ejerciendo un liderazgo valiente y responsable.
No se trata de negar la realidad, sino de actuar con visión; de entender que en tiempos difíciles, el talento comprometido se vuelve la ventaja competitiva más poderosa y que invertir en confianza puede ser más rentable que recortar por miedo.
Durante la crisis financiera de 2008, Starbucks tomó una decisión inusual: cerró más de 7.100 tiendas en EE.UU. durante una jornada laboral para reentrenar a todos sus baristas en la preparación del expreso perfecto. Howard Schultz entendió que la marca no se salvaba recortando costos, sino reconectando con su esencia y su gente. A pesar del costo, la medida envió un mensaje claro: la calidad, la cultura y la experiencia del cliente eran innegociables.
Durante la pandemia por covid-19, Unilever fue una de las primeras multinacionales en anunciar que protegería el empleo de sus 150.000 trabajadores a nivel global, incluso si no podían desempeñar funciones temporalmente. Además, destinó 100 millones de euros en productos esenciales y 540 millones de euros en apoyo financiero para proveedores y comunidades vulnerables.
El verdadero liderazgo empresarial no se mide en tiempos de bonanza, sino en momentos de tensión. Cuando todo tiembla, el líder debe elegir: replegarse para proteger lo propio o asumir su responsabilidad y actuar con coraje para que el sistema no se detenga.
Apostar por las personas, fortalecer la relación con los clientes, invertir en adaptabilidad y confianza debería ser la agenda de los que lideran. No solo porque es lo correcto sino porque también es lo más inteligente.
Cuando todo tiembla, las decisiones tomadas desde el miedo pueden acelerar justo aquello que queremos evitar. Por difícil que sea el momento, es clave detenernos, reflexionar y reconocer que este no es el fin, sino una señal de alerta. Una invitación a actuar con visión, serenidad y esperanza. No precipitemos la tragedia: tomemos las acciones que estén a la altura del reto, como empresa y como sociedad.