Analistas 19/05/2023

Buen gobierno, estrategia, innovación

Ricardo Mejía Cano
Gerente de Saladejuntas Consultores

En la década de los 80, estando al frente de Apple, una obsesión de Steve Jobs era que en un futuro en cada escritorio hubiese un computador. Impensable para la época, ya que apenas se estaba introduciendo el computador personal. La mayoría de los computadores eran de gran tamaño, operados siempre por especialistas.

Con la idea de aprender de consumo masivo, después de una larga coquetería, Jobs se trajo a John Sculley de la presidencia de Pepsi a Apple.

Sculley, curtido en manejo empresarial, se ganó rápidamente el apoyo de la junta directiva de Apple y empezó a confrontar las ideas de Jobs. ¿Cómo se le ocurría pensar que en cada escritorio habría un computador? Jobs fue despedido.

Doce años después lo llamaron para salvar a Apple. A su regreso lo primero que hizo fue pedir la renuncia a toda la junta directiva. Entre estos estaba Mike Markkula, quien, cuando aún Jobs estaba trabajando desde el garaje de sus padres adoptivos, creyó en él y se convirtió en el tercer inversionista. Había sido como un padre y ahora Jobs lo quería sacar. Jobs se fue a la casa de Markkula y lo invitó a dar una caminada.

“Jobs me dijo que Apple necesitaba una gran transformación y era necesario invitar a la junta personas con nuevas competencias y visiones, que le ayudaran a pensar e implementar los grandes cambios que Apple necesitaba”. Markkula estuvo de acuerdo y le respondió: “Apple debe incursionar en nuevos dispositivos y enamorar a los consumidores. Como lo hace una mariposa, Apple tiene que hacer una metamorfosis”.

Con el tiempo Jobs consolidaría una junta de lujo: Mike Drexler, experto en comercio al detal y quien había hecho de Gap una gran cadena y popularizado mundialmente los pantalones “khakis”; Andrea Jung, CEO de Avon y experta en investigación de mercados, adquisiciones y planeación estratégica; Arthur Levinson, CEO de Genetech, subsidiaria de Roche y considerada la primera compañía de biotecnología en el mundo. Levinson, experto en investigación y alta tecnología, es hoy presidente de la junta directiva de Apple.

Es entendible entonces que Jobs, con la ayuda de semejantes expertos, desarrollara tantos nuevos productos y las tiendas Apple, gran revolución en su tiempo. Tenía los mejores asesores a su disposición. Su idea de un PC en cada escritorio se hizo realidad.

El buen gobierno, más allá de un catálogo de buenas prácticas, debe promover una cultura estratégica e innovadora. En el mundo complejo y cambiante en que vivimos, las empresas necesitan juntas diversas, con profesionales curtidos e inquisidores, que además de estudiar en detalle la compañía y untarse de su cultura, hacen sus propias investigaciones de lo que pasa en el mercado y el entorno. Este es el mejor foro para debatir hacia donde se deberá dirigir la compañía en el futuro.

Las juntas directivas con frecuencia caen en la complacencia y se preocupan más por los temas operativos y de administración que en promover el cambio. Eso fue lo que vio Jobs a su regreso y decidió darle un giro completo a la junta. Quería personas que en lugar de frenarlo como quiso hacerlo Sculley, lo retaran a ser más atrevido, pero que también lo hicieran aterrizar cuando era necesario. Vio que las prácticas de buen gobierno eran necesarias si quería hacer estrategia e innovación.

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